Barba Corsini Apartamentos en el desván de “La Pedrera”

Proyecto de 13 apartamentos (aunque numerados del 1 al 14 y saltándose el número 13 por superstición), realizado en la buhardilla de la “Casa Milà” de Gaudí, para rentabilizar un espacio destinado desde su origen a trasteros y lavaderos, utilizando la solución constructiva original, a base de arcos parabólicos de tabique, para jugar con la altura creciente, creando altillos y ocupando en altura los dos semi-anillos de paso que sitúa alrededor de los patios circulares centrales del edificio, a partir de bocetos que se replanteaban en la obra, de pruebas de materiales presentados en el lugar que deberían ocupar y de maquetas a escala real realizadas in situ con alambre para las escaleras y cartón para las sillas, por ejemplo.

Así los apartamentos se resuelven en dúplex, penetrando el altillo hasta el patio, ocupando la parte superior del semianillo distribuidor de acceso, que de este modo queda cerrado por un techo plano. Para acceder a los apartamentos instala un nuevo ascensor directo desde la planta baja. En el exterior, su intervención consiste en abrir pequeñas ventanas iguales a las preexistentes y levantar chimeneas de ventilación que han llegado a confundirse de tal modo con las de Gaudí que ni el propio autor las distingue. En este proyecto, donde el arquitecto pasa todas las mañanas a lo largo de un año, Barba Corsini experimenta lo que él entiende por “Arquitectura interior”, frente al concepto de “interiorismo”, como la separación que media entre intervenir en el espacio en sus tres dimensiones, en completa libertad, frente a un concepto de intervención sobre dos dimensiones, que tiende, desde su óptica, más a la decoración. Logra también, por primera vez, deshacerse de la ley del ángulo recto, tema que le preocupará siempre, cuajando unas plantas libres donde experimenta con la combinación de materiales muy diferentes y, en general, muy baratos, que dotan a las superficies de textura y color.

Descubre en este proyecto la cualidad del ladrillo refractario, que incorporará al exterior y, a veces, al interior de muchos de sus edificios.
En el primer apartamento construido introduce algunos objetos de mobiliario que ya había diseñado para su estudio de la calle Aribau, como la mesita baja, el sillón y una butaca, y para el resto diseña una gama completa en donde destaca su silla de respaldo y asiento continuo, que se hace eco de los arcos parabólicos del interior. Sólo incluye dos objetos de otros arquitectos: el sillón Saarinen reinterpretado, al no poderlo encontrar en el pobre mercado de la época, y el sillón de Julio Lafuente, de estructura de hierro y asiento de cuero.

Trata de normalizar algunos elementos básicos para todos los apartamentos, pero tras un intento con el panel excéntrico tapavistas giratorio que aparece en el primero de muestra, únicamente logrará parcialmente la estandarización en el elemento de separación, armario y pasaplatos de madera pintada en distintos colores (como las puertas exteriores de los apartamentos, que se deberían identificar por ellos). El último apartamento levantado, y que recoge la experiencia de todos los anteriores, se puede identificar en las imágenes como aquél en que aparece el “puof moro”, compuesto por un pouf que su madre de trae de un viaje a Marruecos y al que incorpora un respaldo acorde y forra de “ruso”.

Los Apartamentos “La Pedrera” son un momento feliz e irrepetible en la vida de Barba Corsini. Su concepto de la arquitectura queda sintetizado en la memoria del proyecto: “Facilitar la vida con el mínimo esfuerzo y la máxima sensación de bienestar, buscando mínimas distancias en los desplazamientos y adaptando a estos trazados las líneas de cierre de los ambientes, cuyos cerramientos quedan repetidas veces flotando en planta y alzado”.