Derek Jarman Prospect Cottage
Fuente: Mónica MartÃ
FotografÃa: Howard Sooley
Creo que hay muchos jardines como Prospect Cottage, pero ninguno ha sido el último refugio de un creativo director de cine. Y no habrá muchos que hayan inspirado dos de los mejores libros de jardinerÃa que se hayan escrito. Prospect Cottage es un ejemplo hermoso y documentado de esos millones de personas que alrededor del globo, en un acto de coraje emplean el primer rincón que tienen a mano para practicar algo que llevamos codificado en nuestra genética desde el NeolÃtico: el contacto con el suelo y las estaciones a través del cultivo y la búsqueda de la belleza. Parece lógico que el ser humano tenga la necesidad de mantener el contacto con la tierra. De ella obtenemos el sustento, aunque a muchos hoy en dÃa se les olvide. Lo que es algo más inexplicable, es que más allá de los actos elementales encaminados a producir aquello que necesitamos, nos veamos empujados a efectuar otra serie de gestos sólo encaminados a generar algo bello. ApostarÃa que este contacto con la tierra y esta búsqueda de la belleza son las razones que animan a millones de personas de todas las culturas a practicar la jardinerÃa. En todas esas luchas precarias y en soledad, ahÃ, y no en los grandes diseñadores y movimientos está la esencia más pura de la jardinerÃa. Lo otro sólo es la depuración del arte hasta sus niveles más complejos gracias a la capacidad creativa de los más dotados en conocimientos y medios. Pero los grandes jardineros nacen en gestos muy simples, y de hecho en la biografÃa de gran parte de los jardineros de fama se puede observar como su arte nació en esa jardinerÃa esencial del patio de casa, en un rincón en el que sus padres dejaron que el niño se ensuciara trasteando con las plantas. Derek Jarman fue amante de la jardinerÃa, aunque no practicante, toda su vida, y en su infancia vivió con sus padres en exquisitos jardines. Pero no compró aquella cabaña con la idea de hacer un jardÃn. Es inconcebible que nadie optase por ese lugar para practicar la jardinerÃa. Supongo que los motivos que le llevaron allà tenÃan que ver con otros aspectos más profundos relacionados con el aislamiento y la amenaza de la muerte. Pero unos pocos gestos, sustituir una bordura de ladrillos por cantos alargados recogidos en la playa, retirar desechos, plantar un rosal silvestre y apoyar sus ramas sobre un trozo de madera de deriva, fueron el detonante para unos de los jardines más famosos de las últimas décadas.
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