Brandlhuber Antivilla

Date: May 5, 2017

En 2012 Arno Brandlhuber compró en Krampnitz, un pueblo idílico de Alemania, una antigua fábrica de ropa interior de la RDA y en 2014 la transformó en la llamada Antivilla. Una construcción de hormigón plagada de grandes agujeros que, más allá de convertirse en un ejercicio formal singular, se erigió en un manifiesto sobre lo que debería ser el modelo de pensamiento para una nueva arquitectura del siglo XXI. Frente a la tendencia de demoler lo viejo para construir algo nuevo, Brandlhuber proclama mantener los formatos existentes y cavar en ellos para darles una segunda vida. Es decir, hacer una arquitectura asequible con medios poco convencionales.

Una aproximación a la intervención que le ha valido el calificativo de enfant terrible por la crítica de Berlín, y que se observa en otros proyectos desarrollados en la ciudad como la Haus Brunnenstrasse 9, un edificio en el céntrico barrio de Mitte al que en 2009 dotó de una fachada de plástico semitransparente y de una delicada escalera exterior en el patio, y lo convirtió en un lugar de peregrinaje arquitectónico; o la reputada galería de arte König, en el barrio de Kreuzberg, espacio que se ubica en la que fue la casa parroquial de la iglesia católica de St. Agnes y a la que Brandlhuber en 2015 devolvió a la vida, otorgando al hormigón antiguo una nueva dimensión.

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