El muro de contención posterior donde la casa se ancla en la montaña era bellísimo. Además de expresar el esfuerzo de retención de la tierra, concentraba el horno y la recogida de agua se filtraba a su través.
Tierra, agua, fuego.
Toda la intervención gravita a su alrededor.
El resto es blanco, impoluto, abstracto. A la trilogía anterior se añade el aire.
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Me encantaría verlo con las fotos ¡en color! Así tendrá el esplendor de la vegetación, opino yo. En blanco y negro se me apetece una obra antigua, menos agradable, sin el atractivo de las texturas, que no se aprecian en su máxima expresión.