Derek Jarman Prospect Cottage

Date: May 12, 2020

Fuente: Mónica Martí
Fotografía: Howard Sooley

Entre todos los jardines personalísimos, si hiciéramos una encuesta, posiblemente uno se llevaría el premio absoluto de la admiración de paisajistas y aficionados: Prospect Cottage, de Derek Jarman. Para quienes no lo conozcan, imaginen un enorme desierto de cantos rodados a orillas del mar en el que lo único que destaca es el horrendo mamotreto de una central nuclear. El fotógrafo Howard Sooley, a quien en buena medida debemos la fama de este jardín, describe a la perfección este paisaje en el último número del Gardens Illustrated: “Blanqueado por el sol, desgarrado por el viento, comido por la sal, desnudo y expuesto por la enormidad del cielo. Un mundo despojado hasta los huesos, abandonado e inmóvil excepto por las cabezas secas de las coles de mar que flotan como algas a la sombra de la central.” En mitad de este paisaje algo apocalíptico se levanta una cabaña de madera negra y ventanas amarillas, y a su alrededor, montones de cantos rodados y trozos de metal y madera de deriva entre los que crecen ralas y aisladas las más modestas de la plantas: amapolas, viboreras, tojos, rosales silvestres, hinojos, santolinas, coles marinas. No parece gran cosa, ¿verdad?. No lo es. Pero son legión los que han loado su belleza.

Creo que hay muchos jardines como Prospect Cottage, pero ninguno ha sido el último refugio de un creativo director de cine. Y no habrá muchos que hayan inspirado dos de los mejores libros de jardinería que se hayan escrito. Prospect Cottage es un ejemplo hermoso y documentado de esos millones de personas que alrededor del globo, en un acto de coraje emplean el primer rincón que tienen a mano para practicar algo que llevamos codificado en nuestra genética desde el Neolítico: el contacto con el suelo y las estaciones a través del cultivo y la búsqueda de la belleza. Parece lógico que el ser humano tenga la necesidad de mantener el contacto con la tierra. De ella obtenemos el sustento, aunque a muchos hoy en día se les olvide. Lo que es algo más inexplicable, es que más allá de los actos elementales encaminados a producir aquello que necesitamos, nos veamos empujados a efectuar otra serie de gestos sólo encaminados a generar algo bello. Apostaría que este contacto con la tierra y esta búsqueda de la belleza son las razones que animan a millones de personas de todas las culturas a practicar la jardinería. En todas esas luchas precarias y en soledad, ahí, y no en los grandes diseñadores y movimientos está la esencia más pura de la jardinería. Lo otro sólo es la depuración del arte hasta sus niveles más complejos gracias a la capacidad creativa de los más dotados en conocimientos y medios. Pero los grandes jardineros nacen en gestos muy simples, y de hecho en la biografía de gran parte de los jardineros de fama se puede observar como su arte nació en esa jardinería esencial del patio de casa, en un rincón en el que sus padres dejaron que el niño se ensuciara trasteando con las plantas. Derek Jarman fue amante de la jardinería, aunque no practicante, toda su vida, y en su infancia vivió con sus padres en exquisitos jardines. Pero no compró aquella cabaña con la idea de hacer un jardín. Es inconcebible que nadie optase por ese lugar para practicar la jardinería. Supongo que los motivos que le llevaron allí tenían que ver con otros aspectos más profundos relacionados con el aislamiento y la amenaza de la muerte. Pero unos pocos gestos, sustituir una bordura de ladrillos por cantos alargados recogidos en la playa, retirar desechos, plantar un rosal silvestre y apoyar sus ramas sobre un trozo de madera de deriva, fueron el detonante para unos de los jardines más famosos de las últimas décadas.

 

 

 

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

Close
Close
Close