Stefano Colli Circolo Rossini

Yomo es un amigo, un buen amigo de los que piensas conocer bien.
Trabaja mucho y solo.
Se quedó este local que es muy grande (250m2) pero le da igual.
Era un antiguo taller de metalistería donde hacían bobinas para cine en aluminio.
Esta memoria era el alma y la quisimos dejar.
Yomo trajo allí todo lo que no le cabía en casa.
Tal cual con exuberancia.
El proyecto es para él y como es el.
Sin planos, improvisado.
Un pavimento continuo de cemento impreso con rodillo como se hacían las aceras de toda la vida.
Las alfombras las trajo Yomo.
El instalador nos hizo unas lámparas con dos placas standard de leds, con encendidas y dimerizado individual, una para arriba y una para abajo, crean diferentes escenas de luz.
Descubrimos un bunker debajo de la cocina, hicimos una escalera y una puerta de vidrio pisable en el suelo.
Yomo y sus amigos adoran el vino, le hicimos una bodega.
La cocina industrial es comprada de segunda mano a un restaurante que cerraba y los muebles provenían de otro local que diseñé para él.
Una inscripción caligráfica (obra de Oriol Miró Genovart otro buen amigo) da el bienvenido a sus “socios” con un manifiesto.
El que escribió Giacomo Puccini en el 1896.
Unas estanterías de reas de hierro nervado homenaje al gran arquitecto Enric Miralles en varios ámbitos de este espacio.
Una gran mesa para los amigos y un baño con ducha.
A Yomo le gusta comer y correr.
Yomo quiere decir: You ok. Me ok.
El Circolo Rossini es para él y como es el.