La presente operación de desarrollo inmobiliario supone la conclusión de una promoción desarrollada hace pocos años atrás, en la que la construcción de unas edificaciones para dependencias municipales debía concluir con un importante edificio de viviendas, con lo que suponía concluir el total del urbanismo del perímetro edificado de una manzana que toma como referencia y escala las construcciones de las viviendas autoconstruidas. La volumetría fragmentada resultante de estas preocupaciones y estrategias se adecua mejor a la escala de las construcciones del barrio, levantadas en general a partir de pequeñas promociones y que proporcionan como resultado un paisaje de una gran diversidad de alturas, de estilos y de una escala reducida y agradable.
El ayuntamiento de Sant Pere de Ribes quiso crear un nuevo punto de interés en el barrio de Las Roquetes con el objetivo de unir el primitivo asentamiento de autoconstrucción de finales de los años sesenta con el Ensanche de construcción más reciente. Con esta finalidad, se propuso que fuera una plaza el elemento que estructurara y dignificara el barrio, un vacío delimitado por las nuevas dependencias municipales y por las viviendas sociales.
El aparcamiento subterráneo, la plaza y el nuevo Ayuntamiento se concluyeron a finales del 2004 y las nuevas viviendas redondearon la operación a finales del 2006.
En esta segunda fase, también se ha tenido en cuenta que no debían perderse muchas de las virtudes que tanto gustan de las antiguas autoconstrucciones del barrio. De modo muy especial, la extraordinaria riqueza en la transición entre interior y exterior, un grueso físico y conceptual a base de terrazas, pérgolas, sombras, plantas, olores y silencios. Unos espacios intermedios que no están ni dentro ni fuera, que todavía están en la memoria, forman parte de la cultura popular y que son muy utilizados prácticamente durante todo el año.
Los autores querían que las cubiertas planas desaprovechadas, que aparecen en la mayoría de bloques de viviendas y con una superficie inútil tan grande como la ocupación del edificio, se convirtieran en otra cosa.
Con la colaboración de Xavier Sust, se redactó en el mes de mayo del 2001 un plan especial que, respetando la edificabilidad permitida, aumentaba el gálibo máximo y daba, por lo tanto, juego a que aquella cubierta plana abandonada pudiera subdividirse en diferentes niveles y convertirse en generosas terrazas para las viviendas. Arriba de todo quedaba sólo la mínima superficie necesaria para escaleras, máquinas de ascensor, tendederos y futuras máquinas de climatización.
La volumetría fragmentada resultante de todas estas preocupaciones y estrategias también se adecua mejor a la escala de las construcciones del barrio, realizadas en general, a partir de pequeñas promociones y que dan como resultado un paisaje de una gran variedad de alturas, de estilos y de una escala pequeña y agradable. Esta disposición volumétrica conduce a un bloque de casi quince metros de profundidad con unos cuerpos dentados y casi siete metros de espesor.
Dentro de ese perímetro, la organización de las viviendas es fruto de la presión continuada del promotor para conseguir primero más viviendas y luego más dormitorios donde ya no era razonable hacerlo y con un resultado final que apenas correspondía a los programas reales de ocupación.
La preocupación básica de los autores, como en tantos otros proyectos, ha sido localizar la estructura y los núcleos verticales de instalaciones de manera que esas distribuciones puedan alterarse sin graves problemas. Para ello se ha dispuesto la totalidad de los pilares estructurales en el perímetro de las viviendas, reduciendo su dimensión mínima a veinte centímetros e imponiendo, en consecuencia, por imperativo normativo, un control exhaustivo de la ejecución de cada pilar. Sólo aparecen algunos pilares en el interior, que son siempre cilíndricos y se disponen en los espacios de estar de cada vivienda.
La fachada está resuelta con una solución convencional de acabado monocapa. Se ha procurado dignificar los huecos que siempre se han dispuesto sobre unos grandes premarcos que engloban la caja de persianas y unos paramentos de Alucobond. Las carpinterías siempre combinan elementos fijos y practicables para que estos últimos abran 180º liberando la planta de las hojas abiertas.
Los zócalos de gres realizados por Cumella son idénticos a los utilizados en el edificio municipal vecino.
Se ha prestado un cuidado sumamente especial a las terrazas, con pavimentos de madera tratada sobre unas pequeñas pendientes con recogida de aguas interiores, todo ello en el grueso fijado para el pavimento interior de diez centímetros de terrazo y material de agarre. Unos esbeltos pilares metálicos soportan la estructura horizontal que forma las guías de unas sencillas persianas de plástico que protegen a esas terrazas del sol de verano y les proporcionan intimidad sobre el frente a las vistas de los pisos superiores.