La nueva Escuela de Arte de Valladolid se sitúa junto al Convento de Las Carmelitas Descalzas. Según los planos históricos, la parcela pertenecía a los huertos del convento, esta condición marca el carácter del proyecto desde un inicio. Hacia la ciudad, se proyecta la imagen de una arquitectura de tapias; hacia el interior, una arquitectura de patios. El proyecto debe ser respetuoso con respecto a su contexto histórico. Sin embargo, ha de albergar en su interior un espacio destinado a la creatividad y los sueños. Lo esencial del proyecto es la materialización de esta dualidad.
El exterior es de ladrillo negro; una arquitectura “de tapias”, de textura, materialidad y color, la cual transmite un cierto misterio que envuelve el mundo interior de creación. El interior se proyecta, por oposición, como un espacio tecnológico, blanco y luminoso con alusiones formales a la arquitectura industrial, de producción y creación.
Como sistema de proyecto se continúa con la arquitectura de patios aprendida del convento colindante. Uno de los patios articula la zona de aulas en dos alturas, mientras que el otro, algo más grande, organiza los talleres bajo un plano de hormigón plegado. Este plano, mantiene un perfil recto en su presencia respetuosa en fachada, mientras que hacia el interior genera un perfil quebrado, genera unos grandes ventanales que vuelcan al patio. Nos imaginamos a los jóvenes estudiantes compartiendo sus experiencias en este espacio central, como ágora de creación joven, dinámica y versátil.