En los últimos años sesenta se aprecin síntomas de cambios en la arquitectura catalana. En el planeamiento de los problemas y las soluciones, la corrección (herencia aún del primer Noucentisme) dejará paso a la imaginación. En la resolución formal, la eterna influencia italiana remitirá en beneficio de, entre otras, la de algunos arquitectos americanos. Esta renovación tuvo en Òscar Tusquets y Lluís Clotet, asociados entonces e incorporados al Studio PER, dos de los principales protagonistas, y en la Casa Fullà, un hito significativo.
La variedad de tipos de viviendas, la irregularidad del solar en chaflán, la altura de los edificios vecinos, el deseo de aprovechar al máximo la edificabilidad permitida y, sobre todo, la voluntad de ruptura, determinaron una solución -tanto en el aspecto funcional como en lo referente a la fachada- fuera de lo común.
Las viviendas se organizan en uno, dos y tres niveles con la consiguiente riqueza espacial. Ésta, sin duda, debía compensar en los usuarios (posiblemente, no menos fuera de lo común que el propio edificio), las inevitables incomodidades. Esa complejidad interior no se manifiesta en la fachada, cuya volumetría y elementos constructivos (ventanas; barandillas, etc.) se plantean en voluntaria contradicción con las puestas habituales.
Una obra contemporánea de los mismos autores es la ampliación de un edificio de viviendas (c/ Sant Màrius, 36; 1969-1971), en la que la elección de los materiales de fachada participa en lo imaginativo de la solución.
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falta una foto desde arriba!! que es preciosa con el desarrollo del “castillo”