El Teatro del Mundo fue diseñado para el Bienal de Venecia de 1979-1980. La idea era evocar los teatros flotantes, tan característicos de la ciudad y sus carnavales, en el siglo XVIII. Se construyó en un astillero veneciano y se remolcó por mar a su sitio, en el medio del agua, donde permaneció durante la Bienal.
Pensado para tener una vida breve, el proyecto ha decidido sobrevivir en la memoria colectiva, la forma en su mampostería resiste el tiempo y oculta su monumentalidad atemporal detrás de un conjunto informal de piezas esquemáticas que bordearon pintorescamente el litoral veneciano. La impasibilidad mineral de su geometría es lo que todavía congela sus formas en el paisaje y la memoria, como un ejemplo de permanencia de la arquitectura efímera, libre y creativa de su creador, el arquitecto Aldo Rossi
En uno se sus apuntes el arquitecto expresa: “…He pensado en insertar un teatro en una ciudad antigua, en Venecia, la capital del agua, donde el paisaje no sólo lo forman el cielo y el agua. También el puente de Rialto es parte del paisaje, un mercado, un teatro…”
Este teatro fue construido en 1979 sobre el Gran Canal de Venecia, Italia, al lado de la Punta de la Aduana. Cuando concluyeron las demostraciones de la Bienal, el teatro cruzó el mar Adriático y se instaló en Dubrovnik. En 1981 fue desmantelado.
En 1979 Aldo Rossi planeó esta estructura flotante como un escenario versátil para las artes escénicas. Según explicó: “…El proyecto para el Teatro del Mundo está marcado por tres aspectos: tener un espacio utilizable aunque no definido, su posicionamiento como volumen de acuerdo con el movimiento de Venecia y estar en el agua. Claramente, estar en el agua es su principal característica; se trata de una balsa, un barco: el límite o frontera de la construcción en Venecia… “.
En el año 2004 fue reconstruido en Génova como una de las instalaciones para las celebraciones de “Génova capital europea de la cultura”.
El proyecto está inspirado en el teatro anatómico de Padua y en el Globe Theatre shakesperiano. Pero el teatro veneciano se diferencia de éstos porque, en él, el escenario es un pasillo que une una puerta y una ventana; la estructura de la planta baja no es centralizada, sino que viene dada por la circularidad de las galerías y por la inclinación del puntiagudo techo. La forma del teatro está dada por la sumatoria de elementos puros: un paralelepípedo cuadrado del escenario central, con dos cajas de escaleras adosadas y un octógono como remate.
Rossi retoma el concepto de tipología desarrollado a través del tiempo y lo individualiza tanto en el análisis de la ciudad como en el proceso compositivo de nuevas intervenciones. Realiza una abstracción y un rescate de la forma, toma el modelo de elementos existentes y los reinterpreta. Estructuró su obra en cuanto a elementos arquitectónicos históricos que pudieran ser recordados y trascender, teniendo en cuenta todos los detalles que sintonizaran con la Serenísima, hasta la esfera metálica que corona la torre, manteniendo un diálogo con su compañera mayor, la enorme esfera de oro de la Punta de la Aduana.
Aldo Rossi describió este proyecto como “…un lugar donde la arquitectura termina y comienza el mundo de la imaginación. El Teatro en el que la arquitectura sirve como posible fondo, un entorno, un edificio que puede ser calculado y transformado dentro de las medidas y materiales concretos de un sentimiento a menudo difícil de alcanzar, ha sido una de mis pasiones…”
Rossi a menudo emplea formas arquetípicas en un intento de volver a establecer una conexión con la memoria colectiva del entorno urbano. El proyecto incluye una cúpula cónica y una composición de geometría básica, un simplificado elemento arquitectónico recurrente en sus diseños que les otorga una sensación de nostalgia.
Su estructura expresa la sólida certeza de la materia inerte contra la fluidez y agitación acuosa de la vida que surge a su alrededor. Volúmenes como el cubo, el cilindro o el prisma y sus identidades arquitectónicas elementales, entre ellas torres o columnas nacen de su base teórica para convertirse en diseños que siempre parecen formar parte del tejido de la ciudad en lugar de una intrusión. Construido en los astilleros Fushina, el Teatro fue trasladado por los canales de Venecia con un remolcador.
El edificio fue levantado sobre una estructura de vigas de acero, soldadas entre sí para formar una balsa. El Teatro se construyó con una estructura de acero tubular revestida de madera y alcanzó una altura de 25 m. El cuerpo principal está formado por un paralelepípedo cuadrado bajo, un cubo de 9,5×9.50 m. de lado con una altura de 11 m. que en la cúspide remata con un tambor octogonal de 6m de altura cuyo techo cónico es de cinc. La estructura tubular de acero fue revestida con madera color natural con franjas azules, tanto por dentro como por fuera, salpicada con pequeñas ventanas pintadas también de azul. El arquitecto recurrió a la madera, no sólo por ser un material sólido y resistente al paso del tiempo, sobre todo en una construcción temporal, sino también por su vinculación con el entorno histórico y presente, en la antigüedad sus estructuras eran de madera, de madera las embarcaciones, de madera negra las góndolas, de madera las construcciones marítimas.
Por dentro el escenario se colocó en el centro, el público se ubica a los lados sobre dos tribunas ó en las galerías situadas en los pisos superiores a los que se accede a través de las escaleras que están colocadas a los lados del paralelepípedo.
El Teatro tiene capacidad óptima para 250 personas sentadas alrededor del escenario. Está compuesto por un escenario central con tribunas a los lados y galerías en los pisos superiores a los que se accede por dos escaleras laterales. Rossi mezcla distintas tipologías para realizar la obra, retoma la idea de la “torre-teatro” de los diseñadores italianos como Scamozzi o Rusconi y la de los teatros isabelinos del siglo XVI, donde el escenario se encuentra en el centro del primer piso y las graderías alrededor, pudiendo observarse el espectáculo también desde los balcones superiores.
Por la parte superior del paralelepípedo se tenía acceso a un balcón con vistas a la Giudecca en San Marco, casi a la altura de la estatua de la fortuna que se encuentra en la Casa de la Aduana.
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