La Casa Cortijo Garciaz es el resultado de una intervención en un antiguo cortijo existente, vinculado durante decenas de años a la explotación ganadera.
La vivienda planteada recupera y potencia la tipología local de “cortijo”, separando el programa en varios cuerpos de geometría cambiante, favoreciendo la integración en el paisaje, como si de un pueblo rural se tratara.
Entremezclándose con las paredes existentes, la vivienda plantea un acceso a través del patio -orientado a Sur-, culminando una secuencia de espacios exteriores entre encinas y rocas.
La construcción de todo el proyecto se ha ejecutado con un alto grado de artesanía: se seleccionó la piedra -pizarra y granitos- de una cantera próxima; se talaron y secaron los troncos de castaños de la misma parcela que posteriormente servirían para las vigas, muebles y carpinterías; el hormigón de dinteles, aros perimetrales, chimeneas y las picas contiene áridos y arenas de la zona; y también se manipuló el cobre para fabricar in situ todos los grifos.
Estas decisiones se toman a su vez con la intención de realizar una rehabilitación sostenible, a base de materiales de Km 0. Además, éstos se comportan de manera óptima frente al clima extremo y cambiante del valle: los muros de piedra local, de alta inercia térmica, almacenan el calor durante los cálidos días de verano extremeño y se enfrían durante la noche. Asimismo, en invierno también actúan como reserva de calor para afrontar las frías noches de la región.
Con el objetivo de acercar la casa más al paisaje, de abrirla al exterior, se plantean una serie de aperturas a través de unos grandes marcos de madera, que no solo enmarcan el paisaje, sino que iluminan y ventilan los amplios salones. Estas cajas no dejan de ser ventanas habitadas: artefactos que contienen sofás, estantes, bancadas… y que aportan la domesticidad que el interior de una casa requiere. De este modo, las fachadas se convierten en el reflejo de esta vida interior, en lugar de responder a criterios puramente compositivos.
La rehabilitación del Cortijo Garciaz pone la mirada en la recuperación de la España rural. Después de años de despoblamiento y de éxodo rural, la reconstrucción de antiguos graneros y establos se erige como faro y ejemplo para la sociedad. Recuperar nuestro patrimonio arquitectónico significa no tan solo mantener viva nuestra cultura sino seguir trabajando la tierra, las explotaciones ganaderas, y las conexiones tan necesarias entre pueblos. Por esta razón, la finca del Cortijo Garciaz emprendió paralelamente una nueva empresa, “Jamones Leandro”, reafirmando su compromiso con la España rural, ofreciendo un producto de primera calidad en consonancia con los valores arquitectónicos del Cortijo.