A mediados de los años 80, Axel Bruchhäuser compró un terreno con una antigua casa cerca del río Weser, en la orilla opuesta al centro de Bad Karlshafen. La casa, por su aspecto de cuento de hadas, era conocida en la zona como la Hexenhaus (casa de brujas).
La primera intención de Axel era demoler la casa y proyectar una nueva vivienda que le encargó a su amigo Stefan Wewerka, arquitecto y diseñador con el que había trabajado en varios proyectos para TECTA. La propuesta que presentó Wewerka era una casa de cristal, totalmente transparente, basada en la vivienda, también no realizada, de la casa sobre cuatro pilares de Mies van der Rohe. Este proyecto nunca obtuvo la licencia de obras por ser demasiado “rompedor” respecto a los cánones de los técnicos municipales. La imposibilidad de realizarlo llevó a Axel a conservar la casa de brujas e ir haciendo pequeñas modificaciones a lo largo del tiempo, según sus necesidades y posibilidades económicas.
La primera actuación que se realizó en la casa no fue de los Smithson, sino del propio Wewerka, que habilitó una habitación como dormitorio principal en la primera planta, convirtiendo el pavimento en un tapiz de reminiscencias constructivistas.
Más adelante, Axel entabló una muy buena amistad con Alison y Peter Smtihson, y éstos realizaron todas las intervenciones que, desde 1986 hasta 2003 se llevaron a cabo en la Hexenhaus.
La cronología de todas las modificaciones realizadas puede encontrarse en el libro “De la casa del futuro a la casa de hoy” de Dirk van den Heuvel y Max Risselada, con planos suficientmente claros de todas las fases y el orden en que se realizaron. Aquí únicamente apuntaremos una característica acerca del cliente que pasan por alto muchas publicaciones y que consideramos clave para entender la Hexenhaus.
Esta casa no habría sido posible sin la personalidad de Axel, su entusiasmo y su pasión por la arquitectura, y muy especialmente, su amistad con los Smithson. La relación que mantuvieron fue singular, y todavía hoy en día, cuando Axel habla de sus amigos, puedes entrever un brillo especial en sus ojos.
Pero la casa no sólo es para Axel. Con él vive su gato Karlhen que, aunque pueda parecer un personaje secundario, es crucial en todo el proyecto. Es más, la primera carta que Axel y Karlhen envían a los Smithson para encargar el primer porche está redactada por Karlhen, y firmada con su pezuña! Y si uno hace números, verá que no es posible que el mismo gato que encargaba el porche en 1986 siga vivo hoy en día… pues es que ha habido varias generaciones de Karlhens, pero siempre han sido nombrados igual, y tratados como uno solo!
Es con estas pequeñas historias que se entiende el proyecto: el primer porche tiene un cristal triangular en el suelo, volando respecto la cota de salida, con vistas a la cota inferior, para que Karlhen pueda controlar el jardín y cazar ratones sin ser descubierto … O la galería que mira al río, tiene dos asientos. Uno a escala humana, donde cabe una persona en posición paralela a la fachada, y otro justo enfrente, pequeño, a la escala de Karlhen y a una altura tal que permite que los ojos del gato y los de Axel estén al mismo nivel… para poder entablar una conversación en condiciones.
La casa está llena de historias, de vivencias, detalles y secretos… es una casa que explicaba de esta manera Peter Smithson en su conferencia “Being at home”, comparándola con la casa Schröder de Rietveld:
“Truus Schröder-Schrader was imagining the living-arrangements for her house before the house was there.
Her decisions were intellectual.
Axel Bruchhäuser was imagining changes in his living-experiences after living in the Hexenhaus for many years. His thoughts concerning extensions, light-sources, views-out and so on were the consequence of his eye and his body in the circumstances of climate and light throughout the year.
His decisions were corporeal”
Esta definición resume perfectamente la Hexenhaus. Es una casa pensada desde la vivencia, y pensada para ser vivida.