Al ambiente se ha contrapuesto el monumento; el monumento, además de que está históricamente determinado, tiene una realidad propia y analizable. Podemos, por otra parte, proponernos construir monumentos; pero como se ha observado anteriormente, para hacerlo necesitamos una arquitectura, esto es, un estilo. La reducción de los problemas urbanos a su realidad física no puede acontecer de otra manera. Sólo la existencia de un estilo arquitectónico puede permitir elecciones originales: de estas elecciones crece la ciudad.
La arquitectura se presenta aquí como una técnica.
El ambiente es precisamente lo que se construye mediante la arquitectura; además la individualidad de una obra crece junto con el locus y su historia presupone también la existencia de un hecho arquitectónico. Me inclino a creer, por tanto, que el momento principal de un hecho arquitectónico está en su técnica, es decir, en los principios autónomos según los cuales se funda y se transmite.
Aldo Rossi. L’Architettura della città.