En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embojo, magia, sortilegio, encantamiento, y tambien las de serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretender haberles hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro.
Religión y mito. ¿Como comprender el arte y la gloria de su historia sin la espiritualidad religiosa y sin el trasfondo mítico que me lleva hasta las raices mismas del fenómeno artístico? Sin lo uno y lo otro no habria pirámides de Egipto ni las nuestras mexicanas, no habría templos griegos, ni catedrales góticas ni los asombros que nos dejó el Renacimiento y la edad barroca, ni las danzas rituales de los mal llamados pueblos primitivos ni el inagotable tesoro artistico de la sensibilidad popular de todas las naciones de la Tierra. Sin el afan de Dios, nuestro planeta seria un yermo de fealdad.
Belleza. La invencible dificultad que siempre han tenido los filósofos en definir la belleza es muestra inequivoca de su inefable misterio. La belleza habla como un oraculo, y el hombre, desde siempre, le ha rendido culto, ya en el tatuaje, ya en la humilde herramienta, ya en los egregios templos y palacios, ya, en fin, hasta en los productos industriales de la mas alta tecnologia contemporánea. La vida privada de belleza no merece llamarse humana.
Silencio. En mis jardines, en mis casas siempre he procurado que prive el plácido murmullo del silencio, y en mis fuentes canta el silencio.
Soledad. Sólo en intima comunion con la soledad puede el hombre hallarse a sí mismo. Es buena compañera, y mi arquitectura no es para quien la tema y la rehuya.
Serenidad. Es el gran y verdadero antidoto contra la angustia y el temor, y hoy, mas que nunca, la habitación del hombre debe propiciarla. En mis proyectos y en mis obras no otro ha sido mi constante afán, pero hay que cuidar que no la ahuyente una indiscriminada paleta de colores. Al arquitecto le toca anunciar en obra el evangelio de la serenidad.
Alegría. ¡Como olvidarla! Pienso que una obra alcanza la perfección cuando no excluye la emocion de la alegría, alegría silenciosa y serena disfrutada en soledad.
La muerte. La certeza de nuestra muerte es fuente de vida, y en religiosidad implícita en la obra de arte, triunfa la vida sobre la muerte.