Magén Arquitectos Pabellón de hostelería del centro deportivo Miralbueno-El Olivar
Las instalaciones del centro deportivo tienen su origen en la compra de dos fincas en los años 60, y el encargo, al arquitecto zaragozano José Romero, de un proyecto para dos piscinas y un parque familiar. Posteriormente, la vivienda agrícola existente fue ampliada para su uso como bar de verano. En 2007, la permuta de terrenos al oeste para la ampliación de las instalaciones hacia el sur transformó la situación de esta edificación respecto al perímetro exterior, pasando a ocupar el centro de la nueva parcela, en el cruce de los recorridos interiores, rodeada de zonas verdes.
Inicialmente, el anteproyecto planteaba la rehabilitación y ampliación del volumen existente, dada su significación en la memoria del lugar. La posterior ampliación del programa de necesidades, así como la precariedad de la construcción, apoyaron la necesidad de un nuevo edificio, capaz de responder adecuadamente, en términos funcionales y constructivos, a las nuevas necesidades.
Como punto de encuentro de la vida social del centro, el proyecto explora la idea de pabellón rodeado de zonas verdes. La propuesta formal materializa el trazado de las sendas y los caminos, que dibujan el movimiento de los usuarios. Frente a la situación previa, con el edificio original rodeado posteriormente de pérgolas para hostelería, el nuevo edificio conforma una logia exterior que entronca con los diferentes recorridos, invitando a los usuarios a pasar, y propiciando el encuentro.
Las aperturas y el despliegue de los muros de hormigón conforman este espacio intersticial, como estancia exterior cubierta que envuelve los espacios interiores, y establece conexiones que reactivan los recorridos del centro. Esta logia exterior permite colocar mesas y sillas al aire libre bajo cubierto, reduciendo su impacto visual. La forma de las aperturas -y las sombras resultantes- y las vistas enmarcadas sobre las zonas arboladas se convierten en las principales características de este espacio.
El trazado de los muros de hormigón responde al movimiento alrededor del edificio y a las diferentes aproximaciones al mismo desde cada orientación, mientras que las aperturas en forma de arco establecen referencias con los huecos en los muros de carga del edificio inicial. Los muros curvos de planta baja propician la relación cóncavo/convexo entre el exterior y el interior de la logia, y definen el perímetro de la terraza de la planta primera -como consecuencia del retranqueo en este nivel de las fachadas-, con vistas hacia las zonas verdes y las instalaciones deportivas.
El programa se estructura en dos niveles, con una organización similar: una amplia zona de servicios, compartimentada para albergar los requerimientos de las cocinas industriales; y salas diáfanas alrededor. El edificio cuenta con una cafetería y un comedor en planta baja, y un restaurante con autoservicio en el nivel superior.
Materialmente, el edificio se caracteriza por el contraste entre la masa de los muros de hormigón armado -con diferentes geometrías-, y los tersos paños de vidrio sobre muros cortina. En la fachada interior de la planta baja, el cerramiento de las zonas opacas es de aluminio extrusionado. Los interiores son neutros y luminosos, con techos fonoabsorbentes de aluminio en las diferentes salas. Los diferentes espacios –interiores y exteriores- responden a la idea de generar ámbitos confortables para el encuentro y la relación, en un lugar abierto y dinámico.
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