El proyecto aglutina y acompaña una ilusión colectiva: la reactivación de la Plaça del Carme, en el centro de Olot. Reformula el encargo de urbanización tradicional, apostando por las plantas bajas, primordiales para la vitalidad, confort y seguridad del espacio público. Engloba también la apertura de la Escuela de Arte a la ciudad y la puesta a punto de una nave para la cooperativa de consumo L’Artiga. Es un proyecto de proyectos, con 3 promotores y 8 comerciantes.
Dinamizar las plantas bajas, mejorar el confort urbano y poner en valor el patrimonio son los principales propósitos de la intervención. Se aborda desde la acupuntura, como un catálogo de acciones que dan una nueva vida a lo que ya existe. Se prioriza el aprovechamiento de elementos existentes en el lugar o en almacenes de la brigada, Escuela de Arte y Museu de la Garrotxa. Este catálogo contempla vegetación, iluminación, hornacinas, escaparates y sistema expositivo para la cooperativa de consumo L’Artiga.
El arbolado caducifolio cambia la configuración del espacio, ahora más abierto y presidido por el conjunto de los claustros del Carme. El pavimento se repara con las losas extraídas de la apertura de alcorques, hasta la última pieza.
El alumbrado es perimetral, desde el exterior y el interior de locales. Se utilizan recursos como la iluminación puntual de elementos, baño tenue como telón de fondo, luz de hornacinas y escaparates o restauración y equipamiento de farolas existentes. Esta última operación es fruto de colaboración de Simon Group y la intervención del artista visual Quim Domene que plantea un estampado basado en las indianas, motivo de la fundación de la Escuela de Arte en el siglo XVIII.
La Escuela de Arte se abre a la ciudad destapiando tres grandes arcadas y reorganizando la planta baja. Ahora el taller de serigrafía y grabado da a la calle y se muestran tres esculturas de Miquel Blay: L’Educació, Al•legoria de Madrid y La Llei. Las hornacinas se equipan de fondo escenográfico con falsa perspectiva y “cielo”. Esta intervención tiene una réplica en las tres ventanas del altillo de una tienda, donde se da respuesta a un problema habitual: las plantas primeras de almacén opacas. Se apuesta por la transparencia máxima de los escaparates de locales, retirando vinilos, reorganizando mobiliario e instalando rótulos de neón.
La cooperativa L’Artiga ocupa una antigua nave industrial, con la colaboración activa de las socias. La operación incluye instalaciones mínimas, mejora de la relación con la calle y un sistema de mobiliario económico basado en perfil de ángulo ranurado y tela. Una sala-graderío para actos sociales comunicará, en un futuro, con el Passeig de la Muralla, convirtiendo el local en un pasaje.
Durante los nueve meses que dura la obra se establece en la plaza “l’oficina del Carme”, donde se cocina la reactivación del espacio. Éste es el punto de encuentro entre vecinos, comerciantes, propietarios y técnicos. La división del proyecto en fases permite ajustarlo a las necesidades detectadas. En un año se abren 1000m² comerciales y se activan 120m de fachada.