01. Una arquitectura multi-especie
Eva, Carlos, las perras malinois Bicho y Bomba, la lechuza Harris, cinco familias de vencejos, seis de cernícalos y veinte gorriones, son especies de compañía. Todas ellas conviven y aprenden juntas en este edificio a 30 kilómetros al oeste de Madrid. Ubicada entre campos de cultivo, en un entorno rural alterado en las últimas décadas por la urbanización y la agricultura intensiva con pesticidas, la escuela Educan ensaya cómo recuperar las condiciones ambientales de este ecosistema.
Su arquitectura es un diseño multiespecie. Mientras parejas de perros y humanos practican agility o IPO en las dos aulas principales, las aves anidan en las fachadas-nido de la planta superior, con las vistas y orientaciones idóneas para ellas. Las pequeñas rapaces se alimentan de roedores, manteniendo el equilibrio con cultivos y otras plantas; las aves menores y los murciélagos de campo, que también habitan en las letras de fachada sur, se alimentan de insectos, incluyendo los mosquitos que portan algunas enfermedades caninas, y forman parte de los ciclos de polinización de flores y plantas en los campos colindantes. A este ecosistema que se autorregula se han sumado de forma no planificada los gorriones, anidando en los agujeros circulares de las aristas de los contenedores.
Los no-humanos son el centro del diseño. Los suelos, habitualmente pensados para personas con zapatos, se adaptan a las almohadillas y articulaciones de las patas caninas —las aulas de entrenamiento se cubren con césped artificial con base elastómera, homologado para entrenamiento canino, en rollos de quita y pon; las aulas teóricas se revisten con hormigón árido visto de cantos rodados de río, semipulido—. La altura media de los ojos desciende de 160 a 50 cm. Los huecos interiores se elevan a alturas superiores a un metro para evitar distracciones perrunas; las persianas de lamas sombrean la fachada sur, dejando espacio suficiente bajo ellas para el tránsito de perros hacia el exterior, donde el agua de lluvia que cae sobre la cubierta se recoge en grandes bebederos para perros y aves. La palabra pasa a ser ladrido, y las superficies interiores se revisten de pirámides aislantes de alta absorción acústica para minimizar el eco, el ruido y la reverberación.