Extensión de la urbanización de los entornos del Born en dos tramos de la calle Comerç, hasta la calle Princesa por un lado y hasta la avenida Marquès de l’Argentera por el otro. Esta extensión se plantea desde la continuidad material y al mismo tiempo desde el contraste de carácter, intencionadamente doméstico.
La calle Comerç hace de frontera entre dos tejidos urbanos muy diferenciados, la ciudad medieval y el ensanche Fontseré, configura un límite.
Aunque se puede asociar al carácter de una calle del Ensanche por sus proporciones, en la mayor parte de su trazado es una calle asimétrica, con dos fachadas muy diferentes.
Los entornos del Mercado del Born tienen un carácter monumental relacionado con la presencia del edificio. Los espacios que allí confluyen (la calle Comerç y la plazoleta entre la plaza Comercial y el Paseo del Born) deben relacionarse con ellos desde el contraste de carácter y el confort ambiental, contrarrestando la monumentalidad con un ambiente más doméstico. Esta compresión-descompresión hace que estos dos espacios se retroalimenten.
El pavimento es de adoquín de piedra de granito, parcialmente reciclado, en plataforma única, extendiendo la materialidad de los entornos del Mercado, y dibujando también el trazado de las calles antiguas con adoquín recuperado. En el lado de la Calle Princesa se reconoce, también, la traza del Rec Comtal (acequia condal), en la que se ensayó un nuevo sistema de colocación de adoquín reciclado cortado más pequeño y con juntas más anchas.
Los dos tramos de calle fueron concebidos para tener un ambiente doméstico bajo una cubierta vegetal densa definida por el arbolado. Este se planta alineado a la franja de servicio por un lado, y de forma desordenada en el lado de estar, según la sección asimétrica que presenta la calle. La cubierta vegetal tiene su reflejo en la cota del pavimento con alcorques de dimensiones generosas y parterres arbustivos que ayudan a dar color a la calle.
Los alcorques y el mobiliario se agrupan de forma sistemática generando ámbitos de estar y zonas de descanso. En el lado de la Estación de Francia se sitúa un gran recorte de sauló (albero) que contribuye al carácter doméstico general, además de aportar permeabilidad y confort al suelo.
El centro de Barcelona carece mucho de espacios de juego. Teniendo en cuenta que los espacios de juego convencionales requieren (por normativa) de valla, definiendo un recinto que no vimos adecuado a las dimensiones de la calle, concebimos dos áreas de juego desregulado, no sujetas a la normativa de estos espacios. En el lado de la Estación de Francia, dos juegos tradicionales grafiados en el suelo, mediante adoquines de basalto negro. En el lado de la calle Princesa, una deformación del plano del suelo, que se pliega para generar una topografía de piedra. Un efecto sorpresa, una llamada al peatón a jugar, a divertirse, que estimula la imaginación y la apropiación por parte de niños y adultos sin predeterminar un uso concreto.