El casco urbano del municipio de Escatrón, situado en la ribera baja del Ebro -a unos 80 km. de Zaragoza, aguas abajo-, se asienta sobre una ladera orientada hacia el Norte, en la margen derecha del río. En la parte baja, frente a la Iglesia de la Asunción -construida en el siglo XVII y declarada Bien de Interés Cultural-, está situado el nuevo Ayuntamiento. El solar, en la confluencia de la calle Mayor y la Plaza de España, procede de dos parcelas adyacentes: la correspondiente a la vivienda contigua al antiguo Ayuntamiento en el frente hacia la plaza, y, posteriormente el solar de esquina al que dio lugar el derribo de aquél. La ejecución en cada parcela debía realizarse en dos fases sucesivas e independientes, para evitar el traslado de las oficinas municipales y mantener el uso del ayuntamiento en la plaza.
Independientemente del tamaño de la actuación, la reflexión inicial sobre la construcción de un nuevo Ayuntamiento en un centro histórico, gira en torno a dos condiciones inicialmente contrapuestas: la integración del edificio en el entorno urbano frente a la singularidad que requiere su condición representativa. En este caso, la continuidad contextual venía dictada tanto por las restricciones normativas de alturas y alineaciones como por el uso condicionado de materiales primarios, piedra y madera, en una intervención situada en el entorno BIC de la Iglesia, supervisada por la comisión de Patrimonio correspondiente.
Bajo estas condiciones de partida, ¿cómo puede un edificio de esquina entre medianeras, de tamaño similar al resto del caserío, responder -tanto exterior como interiormente- a la representatividad que exige su carácter público e institucional? La respuesta del proyecto se articula en torno a tres mecanismos relacionados: la composición abstracta, la escala y la singularidad de los huecos, y el recurso al vacío como generador del espacio. Las acciones de sustracción o vaciado operan a tres niveles: en la trama urbana, con la creación de un patio-plaza de actividades, abierto en el interior de un casco histórico denso y colmatado; en el interior del edificio, mediante vacíos verticales y conexiones visuales y espaciales que amplifican el espacio; y en la fachada principal, configurando los elementos más representativos -el porche de acceso y el balcón del ayuntamiento- como hendiduras en la continuidad del plano exterior.
Dada la especial significación del solar en la estructura urbana, completando el lado este de la Plaza de España, el objetivo inicial de la actuación es la configuración del ámbito urbano de la plaza, mediante un nuevo frente que subraya su presencia institucional, y organizando los recorridos y espacios públicos interiores como una prolongación del espacio urbano. La ordenación de las plantas, situando el programa administrativo en los extremos y los espacios de circulación en la zona central, responde a la voluntad de establecer relaciones espaciales y visuales entre la plaza, los espacios públicos interiores y el patio abierto posterior, como muestra la sección transversal del proyecto. La plaza, el patio, los elementos de circulación y reunión se convierten en los aspectos fundamentales del proyecto. El nuevo patio o plaza interior cuenta con accesos tanto desde el edificio –en planta baja y primera- como directamente desde la calle lateral.
En el exterior, la nueva alineación de la esquina dictaba la solución del quiebro de la fachada para permitir la visión del ayuntamiento desde cualquier punto de la planta longitudinal de la plaza. La nueva esquina así configurada se convierte en el punto clave del edificio, dada su posición central en la plaza y su relación con la calle Mayor, por lo que se sitúan aquí los elementos clave de la nueva fachada: el orden de doble altura del balcón municipal y la entrada principal lateral bajo el porche de acceso, evitando abrir una puerta hacia la plaza. En la esquina la fachada se vuelve tridimensional, rompiéndose en una fractura de sombras alternadas. Los huecos singulares representativos tensan la escala del edificio e interrumpen la continuidad plana del frente -en el que la piedra explicita su función de revestimiento, en contraste con la fábrica de la iglesia al otro lado de la plaza-. La doble altura del balcón, el porche de acceso lateral y los anchos y distintivos marcos de madera de iroko, cuya posición escalonada introduce en la fachada las yuxtaposiciones y expansiones del interior, quedan integrados en la composición de líneas y sombras que articula las superficies exteriores de piedra y madera del edificio.
El programa administrativo se distribuye en tres plantas alzadas y una planta de sótano destinada al archivo municipal. Los diferentes usos se estratifican por niveles, en función de su carácter público o restringido. En la planta baja se sitúan los espacios de consulta y atención ciudadana y el juzgado de paz. La planta primera se destina a los despachos del alcalde –tras el balcón- y del secretario municipal, así como al Salón de Plenos. Una escalera exterior conecta directamente el salón con el patio–plaza posterior, apoyando el uso polivalente complementario de este espacio con independencia del edificio administrativo, permitiendo la utilización conjunta de ambos espacios en determinadas ocasiones (celebraciones, enlaces civiles, conferencias, proyecciones,…). En la planta tercera se ubican las salas de reuniones y espacios para los grupos políticos.
Las reducidas dimensiones y la geometría del solar, así como la intención de restringir la ocupación en planta del edificio, para dotar al patio posterior de un tamaño adecuado, están presentes en el trazado de las plantas y en la organización de los usos. Con el fin de que, a pesar de su tamaño, la percepción espacial de amplitud interior fuera la correspondiente al carácter institucional del edificio, las divisiones horizontales y verticales no son continuas. Los vacíos a varias alturas entre los espacios intersticiales de las plantas y la transparencia de los cerramientos abren vistas en diagonal en varias direcciones a través del edificio. El balcón municipal, al que asoman varios espacios, participa también en las perspectivas, compresiones y expansiones espaciales del interior. En los recorridos, los huecos ofrecen visiones enmarcadas del paisaje del municipio y sus elementos singulares. Los vacíos interiores y el contraste entre las superficies ciegas del exterior y la luminosidad del interior, con iluminación natural desde diversos lados, participa de cierta idea de descubrimiento o sorpresa al ingresar en el edificio, a la que también contribuye el hallazgo del nuevo patio posterior abierto en el interior de la manzana.
Los materiales utilizados en las fachadas exteriores -piedra caliza moka y madera de iroko- tienen su continuidad en las superficies horizontales del interior – la piedra en los pavimentos, la madera en los techos-, en las carpinterías exteriores e interiores, y en el revestimiento de madera de iroko del salón de plenos. La cubierta de zinc y el vidrio de grandes dimensiones en huecos y barandillas completan la restringida relación de materiales utilizados, que en el exterior se integran cromáticamente en su entorno próximo, mientras que en el interior matizan con sus texturas y cualidades táctiles y visuales la percepción de unos espacios neutros y luminosos.