NIU Arquitectura Renovación del bloque XII en Camp Redó

Source: NIUPhotography: José Hevia
Date: June 29, 2016

Mucho se ha escrito sobre la necesidad de reparar la arquitectura en lugar de seguir construyéndola. En muchas ciudades europeas esa parece la mejor alternativa de futuro. Parte de la reparación necesaria se debe al paso natural del tiempo. Otra parte obedece a las nuevas posibilidades que ofrecen avances tecnológicos y al desarrollo de otras preocupaciones sociales –como el ahorro energético-. Finalmente, una razón en absoluto desdeñable habla de la mala calidad constructiva que se empleó para levantar bloques de vivienda, alejando la arquitectura de la cultura y acercándola a los negocios más turbios.

El caso de Camp Redó, un barrio de bloques de vivienda erigido en Palma de Mallorca en 1955, obedece a una combinación de todos esos factores. Fue la Obra Sindical del Hogar –un organismo del gobierno franquista que tenía la vergüenza, la inteligencia o la coherencia de vender lo pobre a bajo precio- la institución que encargó la construcción del proyecto: 18 prismas que el arquitecto Antoni Roca hizo levantar en 10 meses por 24 millones de pesetas (144.000 euros).

El estudio mallorquín NIU Arquitectura ganó hace unos años un concurso que lanzaba una pregunta y pedía consejo. Permitía decidir a los arquitectos la posibilidad de restaurar, reciclar, demoler o sustituir parcial o totalmente la colonia. Al final, la propuesta ganadora pasó por redefinir el espacio público -utilizándolo como enlace entre los edificios- y por dar valor a la volumetría de prismas ordenados de gran impacto sobre un plano y de notable rigidez a escala real. Así, eligiendo la reinvención por encima de la sustitución, los arquitectos apostaron por un saneamiento absoluto y un lavado de cara que pasaba por las siguientes intervenciones:

El desmontado y vaciado el edificio –dejando solo la estructura y eliminando pavimentos y carpinterías-; la inserción de nuevos núcleos de comunicación vertical y de instalaciones –en torno al ascensor-; y la manipulación –reinvención más bien- de la fachada que queda ahora con nuevos huecos más expresivos y protegida por persianas blancas.

En el interior, también los pisos fueron reordenados en torno a los nuevos núcleos –de las cocinas y los baños-. El objetivo era crear espacios más flexibles capaces de sumar pocos metros para usos variados en lugar de segmentarlos para diversificar su función.

Así, son los materiales, las tecnologías y las modas lo que ha cambiado. Pero también las personas, sus necesidades, sus anhelos y su manera de vivir. A la vista del primer bloque finalizado por Joan Cerdà (con la colaboración de Tete Crespí), el reciclaje arquitectónico es una versión radical del mantenimiento y tienen tanto que ver con la actualización como con la creatividad. Reparar es diseñar, por eso el precio según los arquitectos (1.117 euros por metro cuadrado más IVA) tiene más que ver con lo que se paga por los edificios de nueva planta que con lo que cabe desembolsar ante una reforma. El proyecto plantea así dos cuestiones. En primer lugar evidencia la necesidad de mantener la ciudad. Pero también, inaugura, de nuevo, el reto de perdurar, y de mantener la vigencia física y estética durante más de medio siglo, como su humilde predecesor.

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