“La actividad de Moragas como diseñador es su concepción de a arquitectura. Los objetos de diseño y las casas están proyectadas siempre con el mismo mecanismo del ingenio: la poética del pillaje didáctico de cada material, el encastamiento de cada una de las diversas piezas, el artificio del mecanismo en varias escalas, el desplazamiento de los elementos. Los diseños que piensan son, en última instancia, aquellos que mecesita para las viviendas y los espacios semipúblicos que proyecta: unas lámparas, mesas, sillas, sillones, camas, tiradores y otros objetos que disponen de cualidades de belleza, sentido común, versatilidad y explicitación de su mecanismo constructivo que él desea y que no encuentra en los objetos disponibles en el mercado.”
Josep Maria Montaner.
Culto al objeto
Cuando se dijo que el Diseño Industrial era un arte nuevo para una sociedad nueva, mas que dar una definición exacta de la cuestión, se quiso lanzar un eslogan que expresara que esta actividad humana se proponía colocarse en la avanzada de los problemas de nuestra época. Bien sabemos, que ni el Arte, ni las sociedades, son siempre iguales, pero no es menos cierto que existe algo de común en sus diferentes manifestaciones y en sus diferentes capas que permite que unas mismas palabras sirvan en cada caso.
Durante los dos últimos siglos, aproximadamente, la humanidad se ha visto sorprendida por una amplísima expansión de los medios materiales de vida, pero hay que reconocer, nos guste o no, que esta expansión ha acarreado el arrinconamiento de muchos de aquellos valores trascendentes y extrínsecos que los objetos poseían, y ha significado, en definitiva, el desperdicio de muchos valores espirituales.
Durante largos siglos, sólo interesaba, o casi, la parte simbólica del objeto, mientras que este objeto sólo servía de soporte de lo que simbolizaba, quedando sus posibles e indudables cualidades utilitarias relegadas a un plano inferior. Nuestra época, en cambio, ha degradada el símbolo hasta convertirlo en algo solamente propio de mentalidades primitivas e ignorantes; y de aquí resulta que la Liturgia, la Mitología, la Astrología, la Magia, los Mitos, los Sueños, los Signos y muchas señales y cuerpos que poseían extraños significados tales como los tatuajes, amuletos, talismanes, etc., pasaran al cuarto de los trastos viejos. Este arrinconamiento representaba, a pesar del indudable esfuerzo de saneamiento de muchas cosas turbias, una incalculable pérdida de valores con los que poder alimentar la también incalculable capacidad imaginativa y soñadora del hombre. Esta postergación habría de crear, forzosamente, un peligroso vacío que habría de llenar de un modo u otro.
Al Diseño Industrial, nuevo arte para una nueva sociedad, como decíamos al principio, le ha correspondido la delicada misión de llenar aquel vacío, afirmación ésta que intenta desmentir lo que muchos creen ciegamente de que el Diseño Industrial tiene por única meta el logro de la perfección de los objetos en cuanto se refiere a su específica función utilitaria o de medio concreto para alcanzar un propósito determinado, siempre de índole material. Su otra meta ha de ser devolver los valores trascendentes o expresivos a los objetos.
Creemos que ya es hora de proclamar de una vez que ha sido superada la última etapa de racionalización masiva de la vida. Allá ellos quienes no han querido salir todavía de este período y continúan creyendo en la panacea del dos y dos son cuatro.
Recientemente en Barcelona, se han celebrada tres exposiciones de las que se pueden sacar aleccionadoras consecuencias. La primera que vamos a comentar era de objetos utilitarios de procedencia alemana, magníficamente diseñados. Otra, el stand de ADI-FAD con la selección de cincuenta y seis objetos realizados por diseñadores españoles y, finalmente, una exposición de objetos sin fin utilitario, creados o recreados por un grupo de artistas catalanes, pintores y escultores.
La exposición de Diseño Industrial de Alemania fue una imponente demostración del grado de perfección tanto en la forma como en la ejecución alcanzada por este país. Recordamos una mezcladora y un aparato receptor porratil, ambos diseños de Braun, que aunque fríos y estaticos, eran dé incomparable belleza y de ejemplar ejecución. El stand selección ADI-FAD 1961, montado en el ambito del Primer Salón del Hogar y la Decoración, resultó sorprendente por su abigarrada variedad de formas, su informalismo casi conceptual y un prodigio de imaginación, exponente todo ello de lo que pueda lograrse, aún dentro de los más pobres medios, cuando existe una cultura o una tradición.
La tercera exposición a que nos hemos referido era algo muy diferente de las dos primeras. Aquí, los objetos, salidos de las manos de ejecutores cuyo propósito no era obtener productos utilitarios, mostraban cierta inquietud y timidez ante su evidente y palmaria inutilidad. No obstante, nos place destacar todo el valor de esta exposición que venía a confirmar lo que no nos hemos abstenido de proclamar muchas veces diciendo que los talleres de los actuales artistas hacen las veces de laboratorios en los que se ensayan formas, técnicas, combinaciones de color y de materiales, etc., que luego pueden pasar a manos del diseñador industrial permitiéndole a éste lograr los objetos que el fabricante producirá en serie. A través de este ciclo, o de este proceso, lo que salió de las manos del artista, creador en abstracto, al correr del tiempo podrá llegar de nuevo a sus propias manos convertida en una máquina de afeitar, una batidora o una motocicleta. Su esfuerzo, para tranquilidad y sosiego de las almas turbadas por la inexplicabilidad de ciertas cosas, se canaliza hacia formas de uso inmediato, utilizables a la hora del baño, de la comida, o del paseo con la novia.
Sin embargo, y puede verse ello en la última exposición comentada, el ciclo tampoco termina en el objeto utilitario. Ocurre algo parecido a lo que dijo Wilde: «A veces la Naturaleza parece como si imitara al Arte». En nuestro caso podríamos decir que el artista que pinta o cincela sin propósito alguno de alcanzar algo material, y practico, y actúa guiado por solicitudes de origen ancestral, acaba por copiar e inspirarse en los objetos más utilitarios, descubriendo en ellos nuevos valores trascendentes o expresivos que la ingenuidad de las gentes les ha negado o rehuido buscar.
El culto al objeto, tan propio de nuestra época, es consecuencia de aquella expansión de medios materiales de vida a que nos referíamos al principio, y la pérdida de interés por el simbolismo de las cosas es su consecuencia inmediata.
La solución -si es que existe- para recuperar los valores perdidos y conservar los ganados, tal vez esté en intentar, como hizo William James, el pragmático propósito de reconciliar las eternas escindidas mitades de la personalidad humana: el hombre de ciencia con el hombre de religión, el empirista con el idealista, el que sólo se interesa por los hechos con el que sólo se interesa por las formas. El peligro de este afán está, tal vez, en que su consecuencia sea un híbrido, es decir, que no sea ni una cosa ni otra, en un cuerpo que no sirva para nada.
Sea lo que fuere, ante la duda, siempre nos queda el recurso de procurar hacer lo que hacemos, lo mejor posible, volcando el resto de nuestra capacidad poética aun en el diseño de los objetos mas banales de nuestra vida.
Lámpara (1957)
Madera, alambre y tela. Formado por una base cilíndrica de madera (de cedro o de embero), que a su vez constituye el soporte para la bombilla y la pantalla. Este tipo de lámpara aparece como madera común en dibujos de casi todos los arquitectos de la época. Moragas la dimensiona y la convierte por primera vez en propuesta real, aunque existían otras versiones -copiadas o análogas- disponibles en el mercado.
Paragüero (1951)
Tubo de hierro pintado. Con unos elementos simplísimos se consigue una imagen llena de sugerencias: el soporte parece lo soportado, la estructura parece estar en el aire. La sensación inmaterial que tanto preocupaba a Breuer queda enunciada con inusitada precisión y, además, se le añaden connotaciones plásticas dentro del espíritu de Brossa, Dau al Set o el primer Tàpies.
Buzón (1967-1970)
Constituido por módulos colocados en unos soportes verticales, éstos permiten desplazamientos en el mismo sentido, de modo que las posibles composiciones sean variables dentro de su propio orden. Estas disposiciones se complementan con el tratamiento de los muros donde se emplazan, creando superficies continuas de tramas y texturas.
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Hello, I think the “Lámpara de plástico (1966) ” is supposed to be designed by Miguel Mila in 1961