Corría en año 1979, cuando George Lucas estrena ‘Star wars’. En ella un maestro llamado Obi Wan Kenobi, (interpretado por el grandísimo Sir Alec Guiness), nos abre los ojos a ‘La Fuerza’, un poder reservado para algunos, que se puede adquirir con un férreo entrenamiento, siempre que se esté en posesión de una probada voluntad.
La Fuerza, fue un credo, que todos los niños deseábamos poseer. Con 11 años tiendes a pensar que eso es verdad, que debe existir. Si no a santo de qué, el Sr. Lucas iba a sembrar tal concepto en la juventud de los 70. En esos momentos, quien escribe, participaba como monaguillo, y titular indiscutible, en la parroquia de Sant Agustín, en Palma de Mallorca. Donde entre cántico y sermón por parte de Don Antonio (mi Obi Wan), imaginaba paralelismos entre Jesús, quien caminaba sobre el mar, o incluso resucitaba, con que fuera él también, un caballero Jedi. De hecho, no me cabía otra explicación. Jesús debía ser el primer Jedi registrado. Un día empecé a notar como la fuerza me invadía, tanta misa y películas debían estar teniendo consecuencias. Con trece años, informé a mi padre, que creía que yo podía ser un caballero Jedi, que no se preocupara, que no necesariamente pasa de padres a hijos. El, sonriente me dijo, que de Jedi nada, que lo experimentado no era más que mis hormonas de pubertad. Que no me preocupara, que eso pasa de padres a hijos, y es normal. Que no levantaría coches con la mirada, pero que pronto poblaría con pelo mis piernas.
Empezaba mi lectura acerca de los tangible y lo creíble, de lo demostrable y lo increíble.
Mi interpretación, de la religión fue paralela a mi desilusión por la Fuerza.
Años más tarde, ya tras la universidad, Lucas, nos descubrió que eso de la fuerza ya no se puede atribuir a una entidad superior, que no es cosa de los Dioses… de hecho no lo puede justificar más que con la ciencia, y es cuando nos enteramos que la Fuerza, surge de una evolución puramente genética, científica y cuantificable. Hay unos que tienen más y otros menos, indistintamente del entrenamiento dedicado.
Un gran jarro de agua fría, y de realidad, pues a los 28 años, y habiendo estudiado una de ciencias… no podía creer otra explicación. Todo era cuantificable. Y todo lo será. Es cuestión de tiempo que los científicos matematicen todo.
Llega entonces el concurso para una iglesia evangélica. Nos invitan pues un miembro ha visto un proyecto nuestro y le ha gustado.
Creyendo que éramos puro ‘attrezzo’ entre los invitados, decidimos hacer una iglesia que nos satisficiera, partiendo ‘de cero’ como decía aquel.
Como podía afrontar un edificio, si no podía creer en el concepto que lo originaba? Los años no habían hecho más que enfriar mi creencia en entidades supra-humanas. Debía teorizar sobre alJon go inexistente para mí? Engañarles con tal de firmar el encargo? Renunciar al encargo, en un grado de coherencia?
La gente de la Iglesia Evangélica, nos informaron sobre un plan de necesidades. Tangibles y lógicas si se comparan con otras iglesias.
Un programa dividido en tres:
-Una zona de culto,
-La una segunda que sirve de apoyo a la zona cúltica, y
-La tercera, la más sorprendente una parte multi-programa, donde la polivalencia espacial debe compaginarse con los usos que irán apareciendo. Clases de informática, bailes, terapias sociales, gastronomía. Y seguramente el dato más sorprendente concierne a las superficies…sirva de ejemplo, que la zona cúltica tiene menos de la mitad de la superficie total. Siendo el resto del programa por lo general, zonas poli-programa.
El programa fue fácilmente organizable. Solo nos quedaba una pregunta sobre la mesa:
Debe una iglesia parecer una iglesia? Como es una iglesia en pleno SXXI? Sustituye el bluetooth al Espiritu Santo? Los evangélicos se muestran menos ostentosos que los católicos? Que los Musulmanes?
Hicimos varias visitas a iglesias evangelistas, católicas…algunas antiguas, y otras de los años 80, 90… Las de nueva planta padecen de gestos proyectuales producto de una inercia conceptual heredada del SXVI, Lo vimos como un error, sobre todo en un momento en que las cosas no son como parece que deberían ser.
Un teléfono empezaba a parecerse más a una tableta de chocolate, las zanahorias se servían como nubes, las fragancias naturales no lo son, y quien vende más discos en el mundo ya no era Springsteen, ni Madonna, sino Juan pablo II.
El mundo en tiempo real y asimilado como tal.
Preexistencias:
El solar se encuentra en el límite urbano entre Castelldefels y Gavá, en una zona donde existen programas y escalas diversas: Una pineda, viviendas, Centros deportivos, escuelas, parkings y una nave contigua donde los de Desigual hacen de las suyas.
Contexto mental:
Proyectar una iglesia evangélica colindante a una gran nave industrial donde hacen ropa provocativa, una escuela infantil, un campo de futbol y unos bloques de viviendas especulativos construidos en los últimos 10 años.
Propusimos una volumetría muy clara, influida principalmente por las naves industriales, limítrofes de cascos urbanos. Un edificio fraccionado horizontalmente, creando un vacío de la misma volumetría que lo construido. Tres cajas superpuestas. La urbana de influencia social, una intermedia como zona entre-lugares, o zona entre-tempos, entre-conceptos. Y la superior, una pieza elevada, iluminada cual faro, una nube humana, donde los evangélicos realizan múltiples actividades, un ’poquito’ más cerca del cielo que del suelo de ‘castefa’.
El proyecto resultó ganador del concurso restringido, y tras nuestra declaración abiertamente non-religiosa. Nos fue encargado por la cúpula de la Comunidad Evangélica.
Contexto Económico:
El proyecto fue parado durante cuatro años por falta de financiación, dada la crisis que padecía nuestro País. Finalmente y tras mucho esfuerzo nos comunicaron que disponían de cierto capital: 1M €, casi 1/3 parte del presupuesto original. Decidimos continuar siendo conscientes que el recorte afectaría seriamente nuestro proyecto inicial.