Wiel Arets Casa Jellyfish

Los edificios vecinos de la Casa Jellyfish, en la costa mediterránea de Marbella, bloquean las vistas hacia el mar. Por eso, se optó por situar la psicina de la casa en un voladizo en la cubierta, por lo que la playa y el mar siempre se pueden ver mientras se nada o se toma el sol. La casa se organiza en torno a dos vías de circulación: un recorrido “rápido” y otro “lento” de escaleras, que se entrecruzan y atraviesan los cuatro pisos. La escalera “rápida” lleva desde el exterior directamente a la azotea, está encerrada en vidrio y separada físicamente del interior de la casa, sin embargo, se abre al mismo tiempo a los elementos exteriores, de manera que la arena no se meta en la casa al volver de la playa. La escalera ‘lenta’ de contrahuellas cortas y huellas largas – se extiende por toda la longitud de la casa, desde la entrada pricipal en la planta baja hasta la azotea, situandose en el interior pero también abriendose a los elementos exteriores, ampliando aún más la capacidad de ‘interioridad’ de la casa.

La piscina de la azotea está construida en un voladizo de 9 m al suroeste, orientada hacia la cordillera de Sierra Blanca que se ve en la distancia, y pesa en torno a 60.000 kg. Equipada con un “borde infinito”, el agua de la piscina se funde con el mar a lo lejos. Parte del fondo de la piscina es de vidrio y cuenta con una ventana panorámica hacia el interior de la casa en un lateral de la piscina. Ambos vidrios tienen 6 cm de espesor. El último permite observar a los que nadan de una manera un tanto “voyeurística” desde la cocina. Una tercera ventana ofrece desde la cocina un vistazo del salón, cuya terraza se extiende debajo de la piscina en voladizo. El ardiente sol español se filtra constantemente a través de la pared de cristal de la piscina, creando ondas de reflejos color turquesa en toda la casa. La piscina se puede ver y experimentar desde casi todas las áreas de la casa. A lo largo de un lateral de la piscina, justo debajo del agua y a ras con el suelo de la azotea, hay un banco que no se percibe cuando la piscina está en uso.

La casa tiene cinco dormitorios, dos situados en la planta sótano que miran hacia afuera y hacia una amplia terraza privada para uso exclusivo de los huéspedes. La escalera “lenta” conduce desde la entrada principal a los dormitorios de invitados de abajo, esta área de la casa puede funcionar como una entidad separada. La cocina se sitúa a lo largo de la fachada sur del primer piso, con todos los electrodomésticos secundarios incorporados en un pasillo adyacente y perpendicular. En la primera planta se ubican también una sauna y un baño de vapor. Un pequeño ascensor de servicio permite, por ejemplo, subir la comida y la bebida desde la cocina, o cualquier otra planta, a la piscina de la azotea y a la terraza. La terraza cuenta con una gran mesa de hormigón diseñada a medida, un banco contiguo y una silla reclinable en ángulo para tomar el sol. La casa es de hormigón blanco in situ, con un apoyo en una columna en el borde trasero derecho de la piscina, y varias columnas más pequeñas cerca de la terraza trasera. Paredes de vidrio permiten que la luz solar penetre en la casa.

Todos los equipos de audio y vídeo de la casa y los innumerables altavoces están empotrados en techos y paredes, lo que les permite pasar desapercibidos. Los pasillos y escaleras están iluminados, así como el agua bajo la piscina, lo que garantiza el efecto de ondulación de sus reflejos a través del suelo de cristal y la pared. Así se puede también experimentar la casa por la noche. Aprovechando al máximo el sol omnipresente español, la Casa de las Jellyfish es una expresión de vanguardia de una vida de lujo. Debido a que la mayoría de sus fachadas se pueden abrir y sus escaleras se encuentran principalmente al aire libre, los límites entre el interior y el exterior quedan curiosamente difusos.