O Ribeiro es conocido por su produccion de vino y denominación de origen. Se trata de un paisaje con poca densidad de población pero muy construido. Sus valles con fuertes pendientes se han adaptado para la plantación y explotación de viñedos. Éstos vuelcan sus vistas hacia las fragas del río Avia. Todo está hecho con la calma y el saber hacer que conlleva las técnicas rudimentarias. La parcela se encuentra en lo alto de una colina. Con pendiente hacia el sur y unas vistas envidiables, se convierte en un mirador natural. La bordea por el sur y el oeste una carretera que serpentea sinuosamente entre bancales y une agrupaciones de casas y parroquias como Cabanelas. Por el norte es colindante con un pequeño grupo de casas y por el este lo delimita una fuerte pendiente, rematada en el sureste por el cementerio y la iglesia parroquial, ambos visibles desde la parcela. Esta tiene 5 niveles de bancales que crean diferentes espacios, terrazas, viñas, zonas de trabajo… es arquitectura sin arquitectos. La idea es la reinterpretación de los muros existentes. Variando el concepto de muro de contención y experimentando con la materialidad del mismo. La evolución es un muro de contención con una dualidad material. Cuando el muro deja de contener tierras, cambia su cualidad. Se convierte en un muro liviano, translúcido, que a la vez de separar espacios, los relaciona transversalmente.
El lugar tiene una cualidad muy representativa, es que sus valles tienen un alzado construido. Son laboriosos muros–bancales edificados a lo largo de los años. Los nuevos muros con los que desarrolla el proyecto tratan de hacer un guiño al concepto de bancal. Siendo un lugar tan construido y complejo el edificio debe establecer un diálogo con su entorno. Apoyándose en él y conviviendo respetuosamente. Los nuevos muros nacen de las trazas marcadas por los existentes. Al realizar las nuevas trazas con las manos en la maqueta y en el dibujo, las formas conseguidas son sinuosas y no desentonan con lo existente.
El resultado de esta relación de diálogo con el lugar, es una serie de volúmenes, jardines y caminos ensamblados entre unos muros que nacen de los existentes. los muros profundizan en el terreno, creando zonas soterradas. De esta manera se abren y bifurcan ofreciendo a sus usuarios y vecinos, paseos exteriores y entradas a las entrañas de la tierra, donde se produce el vino. El edificio crea espacios exteriores que se mezclan con lo existente. Los nuevos muros definen paseos, que llevan e invitan a conocer la parcela, las viñas y observar el proceso productivo de la propia bodega desde el exterior. A través de la propia estructura de madera se crean emparrados semi-exteriores que ofrecen a sus usuarios, sombra y vistas.
En la parcela existen varias ruinas que serán rehabilitadas bajo las mismas pautas, conservación y limpieza de lo existente, respeto, no variación de los huecos de fachada y la reinterpretación de la cubierta.
Esta nueva cubierta translúcida permitirá a los usuarios ver el cielo como si quedasen solamente las vigas de una antigua cubierta evocando a las ruinas.