Con importantes restos arquitectónicos de la época neolítica, a través de construcciones de la época romana, de la Edad Media hasta la actualidad, la región del Alentejo es una de las regiones culturales más interesantes de la Península Ibérica. Carente de grandes acuíferos, se extiende sobre un territorio ondulado puntuado por pequeñas colinas. La ocupación humana siempre ha buscado los puntos altos de esta zona, sobre todo por razones defensivas y de visibilidad. Es también sobre la pendiente de una pequeña colina en las afueras de la antigua población de Arraiolos, que se construye la Villa Extramuros. Rodeada por un extenso olivar, su forma y escala recuperan el concepto de las antiguas casas señoriales del Alentejo.
A través de dos grandes aberturas en su planta baja, en el comedor y la sala de estar respectivamente, se establece la relación con el paisaje circundante, con los olivares y amplios terrenos de pasto de los alrededores y también con la colina del municipio en la distancia.
La organización espacial de los antiguos conventos, con comedor, sala del capítulo y cocina agrupados en torno a un claustro central, se reproduce en el programa contemporáneo de la Villa Extramuros, manteniendo las mismas funciones. La recepción, la cocina, el comedor y la sala de estar están dispuestos alrededor de un patio ajardinado, que posee una escalera exterior por la que se accede a la planta superior. Aquí, la circulación tiene lugar por el exterior en torno al patio central. Por su lado sur, el volumen se abre para permitir la adecuada aportación solar que penetra hasta el patio.
La planta superior se manifiesta fragmentada en cuatro volúmenes por separado, obteniendo una escala más íntima. Blancos y austeros, estos volúmenes están separados por elementos más bajos totalmente revestidos de corcho. Los dos primeros volúmenes se dividen en dos habitaciones cada uno. El tercer volumen contiene una única habitación. En el cuarto se encuentran las dependencias de la vivienda de los propietarios.
Las habitaciones se orientan individualmente a un patio privado a través del cual también se produce el acceso. Encerrado en el silencio que le proporcionan las paredes forradas con corcho, al aire libre, estos espacios se benefician aún de una vista enmarcada y panorámica del paisaje circundante a través de grandes aberturas horizontales.
Circunscrita a la arquitectura típica del sur de Portugal, esta construcción se caracteriza por el uso de pocos materiales y la simplicidad formal, tanto en general como en sus detalles. La fragmentación de la planta superior, el despliegue de cuatro volúmenes más pequeños, su separación por muros bajos y la tipología de pequeños patios privados tienen su paralelo con la arquitectura doméstica y vernácula en pueblos y ciudades de la región. El alto nivel cualitativo ofrecido por los propietarios, la diversidad de espacios disponibles para los huéspedes, y la pequeña escala del conjunto asociada a su particular carácter moderno, hacen de este proyecto un ejemplo único, que amplía así una oferta existente basada principalmente en el turismo tradicional en edificios con historia.