Lema: VIENTRE
Los mercados no son únicamente lugares para comerciar en la ciudad… en la memoria colectiva, el mercado se configura como el lugar privilegiado de encuentro, de intercambio social y de cotidianeidad. Es allí donde se encuentran los caracteres propios de una cultura y de sus raíces, inmersos en la singularidad y elocuencia de su identidad.
En nuestra memoria, permanecen los mercados medievales cubiertos, auténticos espacios públicos, plazas cubiertas abiertas a la ciudadanía o los mercados árabes, donde las estructuras urbanas influencian los flujos de recorridos brindando la visita del “zoco” una auténtica experiencia de socialización colectiva. Incluso las estructuras de grandes mercados abiertos del s. Xviii, donde de hierro y vidrio, luz y la geometría, componían máquinas arquitectónicas eficaces de especial interés.
La propuesta para el mercado de la laguna es una materialización de estas sensaciones, junto a la necesidad de proponer un edificio, sencillo, funcional y construible.
La presencia de ciertas piezas y espacios de gran intensidad arquitectónica alrededor de la parcela, como la ermita del siglo xv, la plaza del adelantado o el nuevo espacio público que surgirá al norte del edificio, han influenciado decisivamente la propuesta. El mercado se propone como un único espacio capaz de poner en contacto estos tres elementos contextuales.
Un volumen unitario que hace referencia a la densidad urbana como patrimonio del casco histórico de san cristóbal de la laguna, es sometido a una operación de sustracción de masa que le permite la generación de un espacio interno protegido, funcional, capaz de coser la ermita de san miguel y su área arqueológica, con el nuevo parque y con la plaza del adelantado.
La base conceptual de la propuesta trata de introducir en el edificio un espacio amplio, que responda al ritmo típico de los mercados urbanos, materializado por el volumen negativo procedente de la sustracción de masa de la volumetría de la manzana. Permanece así la memoria de la tipología tradicional, inevitablemente “capturada” de la estructura del nuevo edificio.
Geometría, estructura y construcción toman parte de un mismo concepto. Distintos porciones de espacios cilíndricos de diferente tamaño, se intersecan entre sí, liberando un espacio de mercado diáfano y luminoso, capaz de generar un paisaje interior de profundo valor espacial y cívico. La sección del volumen sustraído es la secuencia de bóvedas apoyadas en la parcela. Esta operación abstracta sobre el volumen inicial, permite una clara permeabilidad en el eje norte sur del edificio, poniendo en conexión directa no solamente el exterior con el interior, sino también el nuevo parque al norte de la parcela, con la ermita y la zona arqueológica, que de otra manera, quedaría cercada por los dos grandes volúmenes de los juzgados y del nuevo mercado.
De esta manera se rememora la intensidad de los ambientes del mercado histórico se genera un espacio libre de pilares y apoyos, unificados en una secuencia de bóvedas revestidas de cerámica vidriada en tonalidades blancas. El espacio liberado se puede dividir en cinco grandes elementos independientes. La primera bóveda de la entrada de acceso desde la plaza del adelantado, la siguiente, en continuidad con la anterior, conforma el cuerpo público de la ermita, y los tres restantes sectores utilizados propiamente para los usos de venta.
Se producen por tanto, diferentes relaciones visuales de gran riqueza que permiten leer la ciudad desde el interior del mercado y viceversa, observar el escenario vital del mercado desde el exterior, como una gran vitrina discreta que mira y es mirada que muestra su intensidad y vitalidad. El mercado vuelve a tener de esta manera la continuidad que debería tener con el entorno, con la sociedad y con el espacio urbano.
