El barcelonés Lluís Clotet Ballús, 69 años, acaba de recibir el premio Nacional de Arquitectura, que concede el Ministerio de Fomento, “por ser un arquitecto fiel a su tiempo y aspirante a una belleza sin dogmas”. El jurado fue unánime al valorar su trayectoria y, en particular, su capacidad para proponer la mejor solución. Como precisa uno de sus miembros, “los diagramas de Clotet son certeros, resumen en un esbozo la mejor propuesta, aquella que resuelve de modo más apropiado el problema planteado”.
Visito a Lluís Clotet en su estudio del Poblenou, en busca del secreto del momento creativo. Me recibe en un soleado despacho. Los muchos rastros de cinta adhesiva en la mesa, que usa para fijar papel cebolla sobre el que dibuja con estilográfica, evocan las largas horas de labor. Escuadras y cartabones lucen también la huella del tiempo. Clotet teclea en un portátil, pero en la mesa hay instalado un paralex.A su espalda, sujetas en un tablero con chinchetas, conviven fotos de edificios históricos y modernos.
“En el proceso creativo intervienen muchas variables – arranca Clotet-.Lo más importante al proyectar es decidir el orden de esas variables. En cada caso puede ser distinto. Por eso a veces es difícil identificar mis edificios: parecen obra de personas distintas, porque la forma no es para mí un apriorismo, sino una consecuencia. Proyectar es pasar de un mundo indeterminado y confuso, marcado por variables, a otro determinado, capaz de proponer una acción”.
Esta sería la teoría. Pero, ¿cuál es el objetivo? “Lo primero es el confort – responde Clotet-.Un arquitecto que se olvide de dar confort a sus clientes es como un médico que olvida que su prioridad es curar. Y los hay. La primera obligación del arquitecto es proteger al hombre de la intemperie. La naturaleza es hostil o indiferente. Sin arquitectura duraríamos dos días”.
“Lo segundo – prosigue-es lograr que lo que hacemos sea duradero, que esté bien construido y sea económico. Lo tercero es la versatilidad: la arquitectura debe estar preparada para responder a diversas demandas. La cuarta condición de la buena arquitectura es mejorar el exterior: nuestras obras construyen interiores, pero también ciudad o paisaje”.
Formado en el estudio de Federico Correa, Lluís Clotet se relacionó con Oscar Tusquets en sus años de adolescencia y mantuvo con él una asociación profesional durante veinte años. “Nos hicimos mutuamente”, dice Clotet. En la década de los 60 y los 70, en tiempos de efervescencia de la gauche divine,Clotet/ Tusquets, así como el Estudio Per (fundado en 1964), en el que también figuraban Cristian Cirici y Pep Bonet, fueron el paradigma local de la joven arquitectura renovadora. A veces, con acentos pop o posmodernos, como en el Belvedere Georgina (1970-72). A veces, con sólidas y esenciales apuestas por el contexto, como en la casa en la isla de Pantelleria (1972-75). Fueron años en los que Clotet y Tusquets acumularon premios FAD de arquitectura. Y premios Delta de diseño, por sus estanterías (Hialina, Hipóstila), carrito para televisión (Versátil), campana extractora de humos o bancos (Catalano). “Nuestros diseños – precisa Clotet-eran fruto de necesidades. Los ofrecimos a las grandes compañías y los rechazaron. Por eso creamos B. D. Ediciones de Diseño. No entiendo por qué todos diseñan sofás o lámparas cuando ya hay miles, y tan pocos diseñan material hospitalario”.
Clotet y Tusquets se separaron en 1983. Al año, Clotet se asoció con Ignacio Paricio, catedrático de Construcción de la Etsab, con quien ha trabajado hasta el 2008. “Este premio Nacional – dice-lo merecen tanto Oscar e Ignacio como yo”. En los años de la arquitectura icónica – “un sinsentido”, según Clotet, “porque los arquitectos somos malos escultores, y cuando empiezas por la forma haces sufrir a todo el mundo, del albañil al usuario”-,Clotet y Paricio han producido obras de notable sobriedad y encanto: las dependencias municipales en Sant Pere de Ribes (2001-04), las viviendas en Diagonal Mar (2001-05) o la Fundación Alicia en Sant Benet de Bages (2006-07)…
Mediada la conversación, Clotet revisa un cuaderno que recoge una selección de su obra y se lamenta: “Me hubiera gustado construir más. Pero nunca he tenido facilidad para las relaciones públicas o el autobombo. Soy tan anticuado que pienso que el trabajo más valioso es el que hacemos solos. ¡Todavía creo que las reuniones de trabajo son una pérdida de tiempo!”.
Esta apuesta por la soledad no es total. El discurso de Clotet incluye a menudo alusiones a quienes iluminaron su camino. A Francesco Borromini (véase recuadro). A Coderch – “hay que dejar que los proyectos precipiten por sí solos, y ayudarles con un empujoncito en el último tramo”. O a Velázquez – y “su intención de meter dentro de un cuadro, Las meninas,lo que debía haber dentro de él y lo que iba a quedarse fuera”. Ellos no le dejan solo jamás. “Como dijo Goethe – concluye Clotet-la cultura es lo que nos permite vivir sin dinero y, al tiempo, sin caer en la miseria”.
1 Comment
Lluís -en plan “carta oberta” dels diaris-:
Si l'arquitectura icònica és un “sinsentido”, no estaria malament veure com justifiques la plàstica de la torre d'habitatges de Diagonal Mar en relació a l'arquitectura residencial barcelonina dels últims 20 anys… perquè resulta difícil triar un exemple d'arquitectura residencial tant desvergonyidament propositiva -i això és una consideració neutra, ni positiva ni negativa- pel què fa a l'aspecte, la forma, la morfologia, la plàstica i tot allò que caracteritza la iconicitat arquitectònica recent, que el vostre bloc folrat de carpinteria per tot arreu i exageradament “singular” (fins i tot en relació amb la resta de torres del mateix complex de Diagonal Mar).
No caiguis en la trampa d'anar tant ràpid a l'hora de condemnar l'iconicisme, la Casa Fullà que vau fer tu i en Tusquets als 1970s TAMBÉ era arquitectura “icònica”. De fet, tu, com tots els PERs, porteu fent iconicisme des que portàveu grenyes a mitjans dels 1960s. Es pot comprovar en qualsevol guia d'arquitectura del país. Només que aleshores en deien Post-modernisme, i tenieu uns quants gurús -“namely”, Venturis i Rossis- que us “protegien” i us donaven coartada intel·lectual per justificar coses com el Belvedere de Girona… simbolisme en estat pur, iconicitat total. L'únic que heu fet ha estat multiplicar el pressupost -i per tant el volum dimensional- de les obres, però la idiosincràcia és la mateixa.