| Guillermo González Gutiérrez
| 2013 | PFC | ETSA Las Palmas
| Profesores: Juan Ramírez Guedes, Manuel Montesdeoca Calderín, Pablo Hernández Ortega,Juan R. Pérez Cabrera
La intervención habla de la creación de un lugar-paisaje. Un hotel rural vinculado a la tradición agrícola de un pequeño pueblo al norte de Tenerife, Taganana, que busca servir de eje vertebrador para los visitantes y para los propios lugareños, que ven incentivada la actividad de los cultivos en desuso existentes.
Taganana está situado en el Parque Rural de Anaga, el segundo enclave natural más visitado de la isla de Tenerife, Canarias. Sin embargo, este hecho no tiene la repercusión económica que podría esperarse en el habitante tagananero. Día tras día, llegan autobuses repletos de turistas que no tienen donde hospedarse ni un lugar que les muestre la vida rural y costumbres del pueblo.
El proyecto propone la conexión entre dos caserios, para ello se rehabilita el sendero de acceso a la playa que está deteriorado e inservible. Es interesante como esto supone la culminación de la línea originaria donde se han ido adosando las edificaciones del pueblo, así que se pueden localizar tres nodos importantes: plaza del pueblo, plataforma de cultivos con el hotel rural y caserío de la playa.
Estado previo a la intervención
Litoral, recortes del territorio por erosion del mar
CUBIERTA
En un entorno tan delicado es fundamental mantener la imagen original de los cultivos, que el hotel permanezca casi imperceptible, que se genere a partir de la propia morfología del lugar. La intervención se entiende no tanto como un edificio, sino como una topografía en sí misma, una gran cubierta que no deteriore el territorio. Por esto retomamos la idea de land art, ya que se trabaja sobre la definición de las formas, de la topografía y de las dimensiones. El proyecto dialoga con el lugar, trabaja con una manera de proyectar abierta el entorno, sin imponer una idea preconcebida.
LÍNEAS
Por otra parte, Los bancales, líneas estructurales, tienen un papel fundamental en el proyecto, primero contienen la tierra y luego se despliegan para conformar los distintos niveles, buscando espacios yuxtapuestos y diversas situaciones. El movimiento está presente en la espacialidad del proyecto. El lleno y el vacio se entremezcla, haciendose difusa la lectura del espacio interior-exterior.
»…la arquitectura no termina en ningún punto; va del objeto al espacio y, en consecuencia, a la relación entre los distintos espacios, hasta su encuentro con la naturaleza» Álvaro Siza
ESPACIO
Adentrándonos en esa espacialidad del proyecto, la intervención propone dos formas de enfrentarse al horizonte. Una mucho más acotada, cercana, cálida y que da cobijo al visitante, en forma de ‘’u’’, y, otra totalmente abierta, sin barreras visuales. Este patio en forma de ‘’u’’ enmarca el mar, la inmensidad, y propone una lectura del punto de fuga más compleja.
Es interesante hacer la similitud del esquema con el movimiento de las mareas, el proyecto parece sedimentado en el territorio y varía según las necesidades espaciales, luminicas o sensoriales. Las situaciones que se suceden en el proyecto son variadas y proyectadas buscando la simultaneidad de dimensiones, espacios.
Así pues, esta humilde intervención, que nace con la única volutad de convertirse en un sendero más del complejo tejido en el que se encuentra, habla de cómo unos pequeños recortes en el territorio pueden mejorar directamente la vida diaria del habitante de un lugar.
Regenerándose el tejido rural para potenciar una mayor eficiencia y productividad en las huertas, conformándose como una actuación sostenible. Proporcionando al turista, también ,un lugar agradable, donde se adentre en las costumbres gastronómicas y en la vida diaria del ‘’tagananero’’.