Fuente: Ricardo Bofill, Taller de Arquitectura
Fotografía: Lluís Carbonell
En 1973 Ricardo Bofill descubrió en las afueras de Barcelona, una fábrica de cemento en desuso, un complejo industrial de inicios de 1900.
“Delante de mí- dice- había 30 inmensos silos, una chimenea altísima, cuatro kilómetros de subterráneos, unas gigantescas salas de maquinaria.
Durante mi primera visita a la vieja fábrica de cemento, de repente pensé que una cosa horrible podría transformarse en algo muy hermoso, de la misma manera que la idiotez puede, a veces, transformarse en genialidad. La fábrica de cemento corresponde al primer periodo de la industrialización de Barcelona y no ha sido construida según una planta general previa sino yuxtaponiendo diversos elementos. El resultado fue entonces una serie de volúmenes añadidos los unos a los otros y distintas cadenas de fabricación que recuerdan la arquitectura vernácula pero con aspecto industrial. Seguí adentrándome y poco a poco me di cuenta de que en la fábrica estaban presentes las diferentes estéticas desarrolladas desde la última guerra mundial; el tratamiento duro y escultural de la materia: volúmenes rotos, escaleras que no van a ninguna parte, espacios potentes ya inútiles y extrañas proporciones y sin embargo llenos de magia.
Decidí quedarme con aquella fábrica con la intención de transformar la rudeza en una obra de arte e instalar allí mi Taller de Arquitectura que, a largo plazo, podría ser utilizado como fundación destinada a la investigación sobre la forma y el diseño de la ciudad.
Esa transformación se ha llevado a cabo paulatinamente y aún ahora sigo añadiendo nuevos espacios de trabajo a base de adaptar las viejas ruinas todavía en pie. Sin embargo creo que la fábrica será siempre una obra inacabada, hecho que forma parte de su fascinación.”
Después de haber hecho una demolición selectiva de los volúmenes existentes, quedaron ocho silos que Ricardo Bofill adaptó para que acogieran las oficinas, laboratorio de maquetas, archivos, biblioteca y un espacio, el más grande de todos que conserva la piel y la amplitud del antiguo edificio bautizada “La Catedral”. Esta tiene la función de sala expositiva de los proyectos, de proyecciones multimedia, de reunión con clientes y visitantes y encuentros sociales y culturales ligados a la actividad profesional del arquitecto. Rodean el Taller de Arquitectura grandes espacios verdes plantados de olivos, cipreses, palmeras y eucaliptus.
Superficie aproximada: m2 3.500 más jardines y aparcamientos
Fecha de la restauración: 1973-1975
Link al proyecto completo en Ricardo Bofill, Taller de Arquitectura
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El mundo se ha trastocado. Si no se trata de alguna de las consecuencias imprevistas del calentamiento global no se de que se trata.
(Estamos ablando de HUMOS que suben muy arriba para bajar convertidos en porquería tóxica).
enhorabona