La reforma del restaurante Il Giardinetto, premio FAD de interiorismo en 1974, ha sido un gran reto. Un trabajo delicado para no acabar con la magia de un local diseñado por Alfonso Milá y Federico Correa. Intencionadamente era un local muy cerrado y poco permeable que, con el paso del tiempo, ha necesitado de una actualización en el sentido contrario. Renovarse o morir.
El grueso de la intervención ha sido en planta baja, donde, para conseguir un mayor dinamismo y una clara relación entre exterior e interior, se abre la fachada, se incorpora una nueva barra a pie de calle i se cambian los materiales de revestimiento, conservando la línea cromática del antiguo local.
Pero, en contraposición al uso generalizado de la moqueta, se utiliza, en la nueva intervención, el vidrio transparente, el vidrio pintado y el espejo. Así, gracias a la sucesión de estos nuevos materiales a lo largo del eje continuo creado por la entrada, la nueva ventana corredera y los revestimientos de la contra-barra, se consigue que interior y exterior se entremezclen continuamente mediante un atractivo juego de transparencias, brillos y reflejos.
A la hora de incorporar la barra exterior, y aprovechando todo el grueso del muro de fachada, ésta se dispone paralela a la del interior, de manera que los camareros puedan atender al público de una y otra parte del local desde la misma posición.
El cerramiento de la nueva abertura se soluciona con una ventana corredera que, una vez abierta, queda disimulada detrás del nuevo revestimiento interior de vidrio pintado. En esta posición la abertura queda totalmente limpia con todos los marcos de la ventana camuflados.
La contra-barra también se modificó. Se potenció su presencia aumentando la capacidad y creando una imagen más sugerente mediante la iluminación y el juego de ésta con las botellas y los espejos de fondo.
6 Comments
se nota que su tío es el propietario
Un reforma acertada y necesaria. Muy de acuerdo con el jurado cuando dice: “una delicada y precisa intervención, hecha sobre un local ejemplar, ya clásico, que no sólo no lo mutila, sino que refuerza el que había y completa lo que quizás faltaba”. Felicidades Llamazares Pomés Arquitectura!
Lo más triste de todo es que, desde que se han hecho las reformas, ya no se puede ir a cenar sin reserva.
Il Giardinetto era un lugar privilegiado y glamuroso, asequible para quien lo conociera, siempre complaciente y nunca abarrotado. Ya estaba bien, debía permanecer inmutable.
Ahora es otro local más para pseudo-ricos, cuyo objetivo consiste en consumir en el local.
En este tipo de intervenciones no hay nada peor que la timidez, y esta “actualización” ahí se queda, en tierra de nadie.
menuda mierda de interiorismo