|Alejandro Félix Sancliment
|2013 | Curso: PFC ETSAB (Barcelona)
|Profesores: Estanislao Roca, Josep Bohigas, Cristina Pardal
LA SITUACIÓN
Torredembarra forma parte de lo que se podría interpretar como una gran ciudad lineal que va desde el Cap de Creus hasta Murcia. Las infraestructuras lineales que conectan poblaciones, dividen a la vez el territorio en franjas longitudinales paralelas a la costa. En ocasiones es más fuerte la relación longitudinal entre poblaciones distintas que entre las propias partes de una misma población pertenecientes a distintas franjas. Tal es el caso de Torredembarra con su vecina Altafulla, cuya histórica relación se da a través del campo y de los caminos rurales que las unen. El proyecto se sitúa concretamente en este punto, en el límite entre estos campos y Torredembarra. Es un emplazamiento que debido a un crecimiento urbano asimétrico tiene la particularidad paradójica de estar al mismo tiempo en el centro urbano, en la periferia, y en el campo.
EL ESTADO ACUAL
La carretera T-214, que enlaza la carretera nacional con la Autopista del Mediterráneo marca y define al emplazamiento, genera el acceso vial principal de Torredembarra pero al mismo tiempo es una fuerte barrera que la separa de su territorio, del gran vacío que durante siglos compartió con Altafulla. Al otro lado de la carretera se halla un mosaico territorial, compuesto por diversos usos que van desde una gran zona de actividad económica, equipamientos deportivos, diversos servicios urbanos, campos de cultivo, etc. Una estructura de caminos rurales son utilizados por locales y visitantes de forma recreativa y lúdica, como si de un parque se tratara para ir de un pueblo a otro, para hacer ejercicio o para seguir las Rutas de los Castillos del Baix Gaià, a pie o en bicicleta.
Una de las principales problemáticas del sitio es el mismo acceso vial de la carretera, las geometrías y jerarquías del viario en este punto generan varios problemas de circulación. Se halla también en esta zona un gran aparcamiento público de 200 plazas, que permite a los locales y visitantes dejar su coche para poder acceder al centro urbano peatonal. En determinados momentos, esta gran superficie da lugar a varios eventos efímeros como el mercadillo semanal, conciertos, ferias, etc.
El planeamiento vigente propone resolver esta zona con un nuevo acceso mediante una rotonda entre la carretera y la prolongación de la Av. Sant Jordi. Dos manzanas de uso residencial componen el programa edificado mientras que el aparcamiento sería subterráneo y el espacio público se definiría por tres espacios verdes separados por el viario. Del otro lado de la carretera se contempla una gran zona verde adyacente al cementerio.
PROYECTO Y PROGRAMA DE ESPACIOS LIBRES
El proyecto busca mantener las características positivas del estado actual, aprovechar los potenciales del territorio y recuperar una conexión directa del mismo con la zona urbana. En cuanto al nuevo acceso de la carretera se propone crear una nueva vía que sea la confluencia de la Av. Sant Jordi y la Av. de les Comarques Catalanes. De este modo, no se crea un segundo obstáculo que divida a la zona urbana del campo y se propone un paso por debajo de la carretera para así superar los obstáculos entre las partes. El coste de esta operación se compensaría con un aparcamiento en superficie al otro lado de la carretera, más económico que uno subterráneo y que se pudiese integrar al paisaje y a un nuevo parque urbano/rural conformando una nueva unidad: el PARK-ING. El Park-ing está formado por una secuencia de espacios públicos y colectivos que van desde el arco del Portal de Padrines hasta adentrarse en los caminos rurales. La densa vegetación que existe en la zona debido a los flujos de agua se integra al proyecto evitando costes de mantenimiento e implantación, permitiendo así la creación de un parque urbano/rural (el primero de Torredembarra) que sería el importante espacio de relación entre la zona urbana, la zona de actividad económica, los diversos equipamientos y el campo.
EL PROGRAMA EDIFICADO
El programa edificado busca complementar al espacio libre y al mismo tiempo aprovechar la alta conectividad y centralidad del sitio así como los importantes flujos peatonales procedentes de la principal arteria comercial, que desemboca en el sitio. De este modo, se propone un EDIFICIO COMERCIAL Y DE OCIO que a pesar de su baja altura y poca presencia sea capaz de dar forma al espacio público, con una serie de locales a los que se accede desde el exterior. Tiendas, Restaurantes, y 4 salas de cine conforman un programa más periférico que responde a las necesidades de la población que el centro urbano no es capaz de acoger. El edificio pasa al otro lado de la carretera definiendo un espacio propio de aparcamiento y prolongando la actividad, estableciendo un claro discurso con la carretera de modo que la infraestructura y la arquitectura puedan trabajar conjuntamente. El acceso a los cines se realiza en este punto característico, en el paso por debajo de la carretera. Un vestíbulo semi-exterior a dos niveles coincide con la desmaterialización del edificio, dando así independencia estructural y constructiva de la carretera.
La COOPERATIVA AGRÍCOLA se propone como un programa capaz de beneficiarse de la singular situación de tensión entre la zona urbana y agrícola. A partir de la producción agrícola local y el programa de la cooperativa se da la posibilidad de cerrar el ciclo de la producción agrícola con el mínimo coste y tiempo de transporte. Cinco luminarias del aparcamiento sirven a la vez como la estructura que sostiene unos ligeros toldos el día del mercadillo semanal para exponer los productos de la cooperativa.
El CENTRO CULTURAL sería el único edificio público nuevo del conjunto. El programa surge por un lado de la necesidad de crear un espacio de encuentro y un espacio interior en donde se puedan llevar a cabo diversas actividades sociales y culturales del pueblo. Por otro lado es un edificio que nace como la extensión del Castillo de los Icart, el actual Ayuntamiento. En la planta baja del Castillo se alberga una zona de exposiciones temporales, en unos espacios que por su interés arquitectónico e histórico se propone convertir en exposición permanente del propio edificio y de la propia historia. De este modo, el Centro Cultural, conectado subterráneamente al Castillo albergaría de modo secuencial las exposiciones temporales. Esta operación además de dar continuidad programática busca acercar al pueblo a su Ayuntamiento y a su propia historia.
Una serie de muros de hormigón armado se adaptan a las trazas del lugar y definen los espacios interiores, protegidos por una cubierta ligera de vigas de madera laminada, que se abre a norte para permitir la entrada de una luz difusa a lo largo del edificio.