Fuente: Estudi Agustí Costa
Fotografía: Vicenç Tolosa
antecedentes
El descubrimiento del yacimiento de huellas de dinosaurios del Cretácico superior, a 1650 metros de altitud, en un paraje de Fumanya (municipio de Figols), en la comarca del Berguedà, situada en la provincia de Barcelona, fue la consecuencia de una explotación de carbón a cielo abierto ejecutada después de años de haberse abandonado la tradicional extracción en minas debido a su elevado coste. El químico berguedán Lluis Viladrich dio la primera noticia de la existencia de las huellas y al cabo de unos años la comunidad científica lo aceptó.
Un equipo multidisciplinar de la Universidad de Barcelona, hace aproximadamente 11 años, señaló lo siguiente:
− científicamente, el afloramiento de Fumanya es el más importante, en plano casi vertical, del período Cretácico superior, en Europa.
− Lo más relevante de Fumanya es el marco natural, el enorme mural paleontológico donde se encuentran las huellas.
− Fumanya era una zona del Cretácico superior con lagunas y una exuberante vegetación.
− los cambios climatológicos y geológicos llevaron a la aparición de estratos de carbón y a los grandes plegamientos orogénicos.
− en la actualidad Fumanya es, en primer lugar, un importante yacimiento de icnitas (huellas de dinosaurio) y, en segundo lugar, un gran museo abierto sobre la explotación del carbón en Catalunya.
− Los expertos de la Universidad de Barcelona sugieren que la intervención a llevar a cabo, para poner de manifiesto e interpretar aspectos de la geología, la minería y la paleontología, se refiera al mural paleontológico y que se preserve el entorno tal como quedó después de la explotación del carbón a cielo abierto, sin intervenciones agresivas.
entorno
El entorno de la construcción es un lugar topográficamente alterado por la extracción del carbón. Se trata de una extensa porción de terreno extremadamente singular con el corte inclinado, casi vertical, del mural paleontológico, presidiéndolo. Frente a éste, en una posición poco común, ligeramente colgado hacia el precipicio que resultó de la explotación del carbón, se levanta el edificio, hundido en el terreno con el fin de posicionarse delante del mural y disminuir su impacto. Alrededor, todo es terreno transformado, estratos y sinclinales, con los colores de las margas expansivas, las calizas, el yeso, el carbón y un pequeño estanque natural lleno de enea, surgido tras la explotación del carbón. El conjunto forma una especie de Land Art, pues es el resultado de una acción humana con resultado artístico evidente.
programa
Se trata de proyectar un Centro de Interpretación para explicar los fenómenos que ocurrieron millones de años atrás, en la época de los dinosaurios, a través de los rastros paleontológicos que dejaron y de la naturaleza convulsa que quedó después de la extracción del carbón. Todo ello facilita la comprensión de algunos temas geológicos además de los paleontológicos. De ahí, la consideración de Fumanya como un museo abierto para la interpretación de la geología, la minería y la paleontología.
Con este fin, el programa fijado por los gestores del museo consiste en una gran sala para exposiciones con una terraza adyacente situada frente al mural paleontológico; una recepción; tienda; oficina y una sala técnica, en planta de acceso; y un pequeño auditorio; bar; lavabos; almacén y una sala de proyecciones para visualizar audiovisuales sobre el mural, en la planta inferior.
propuesta
Partiendo de la idea que el Centro de Interpretación se construye para referir fenómenos ocurridos mucho antes de la existencia del ser humano y que está emplazado en un medio deshabitado donde no hay más experiencia constructiva que las masias, el proyecto quiere lograr una expresión que no se alimente de las construcciones tradicionales (masias) ni recurra a los clichés estereotipados de algunos diseños contemporáneos. Es decir, el proyecto quisiera encontrar un lenguaje propio, potente, lo más alejado posible de formas al uso.
Cualquier intervención arquitectónica situada en medio de la naturaleza ha de asumir su situación y dejar que el lugar sugiera soluciones. Estas, podrán ser mucho o nada sometidas al entorno pero, en cualquier caso, deberán tenerlo en consideración. En nuestro caso estaba claro que, cuanto más cerrado fuera el edificio, mejor dialogaría con los riscos rocosos de los alrededores, con una única excepción: la fachada de vidrio ante el mural que contiene las huellas, incorporado al edificio como si se tratara de su cuarta fachada.
El edificio tiene una sección trapezoidal rematada con una cubierta ligeramente inclinada de zinc, sin voladizos. Es de una sola vertiente ascendente hacia el corte paleontológico.
Consta, el edificio, de dos plantas; una y media, en altura, hundida en el terreno. El pavimento, de cuarcita gris, desde el interior sale a la terraza inclinadamente. Tanto desde el interior como desde la terraza las vistas se abren ante el mural, potenciadas por los dos muros laterales ciegos. Una barandilla de vidrio transparente de seguridad, exenta de perfilería metálica, protege la terraza sin interrumpir la visión tanto del mural como del estanque natural lleno de enea, que hay entre el edificio y el mural.
En el lado de la entrada destaca una gran marquesina de hormigón, externa y exenta del edificio principal, que protege el acceso con la ayuda también de una delgada pared de planchas de acero inoxidable en bruto, sostenidas sólo por la base. Esta marquesina es el único elemento arquitectónico que evidencia la presencia del museo y, de noche, es un reclamo luminoso (se trata de un volumen iluminado interiormente desde el suelo) que señala, de lejos, el acceso al edificio. Los dos muros laterales ciegos, de piedra ciclópea de 1,10 metros de espesor, no tienen el aspecto de una pared de piedra convencional sino el de unos paramentos de roca, parecidos a los riscos descuarterados que abundan en la zona. Todos los materiales, incluso los acabados interiores, se utilizan en su expresión literal, directa, sin revestimientos añadidos.
El edificio, todo en hormigón por dentro y por fuera a excepción de la roca lateral, se asienta en el terreno horizontalmente como un estrato más del paisaje. Esta horizontalidad, mantenida a lo largo de todos los elementos, queda rematada por planos inclinados que dan a la edificación un cierto aire dislocado, como consecuencia de construir los planos estructurales que han de evacuar las aguas pluviales directamente inclinados. Así sucede en las marquesinas, la terraza y, naturalmente en la cubierta de zinc. Creemos que esto infunde espontaneidad y es pertinente, puesto que nos referimos a unos tiempos pasados sin referentes constructivos. Por otro lado, la expresión abstracta que ha quedado de las excavaciones a cielo abierto que se llevaron a cabo para la extracción del carbón, el Land Art resultante, es importante que dialogue con unas formas constructivas que establezcan sus propias reglas compositivas sin voluntad de representar nada que no provenga de la interpretación del lugar.
criterios de integración en el lugar
La explotación minera maltrató un trozo de terreno natural y el inicio de un pequeño cauce de agua, que se formaba justo en aquel lugar. Afortunadamente, este hecho hizo aflorar un importante yacimiento paleontológico de icnitas de titanosaurio al lado de un territorio revuelto que muestra una geología muy heterogénea. Se sabe, que el paisaje de la zona en la época del Cretácico superior era un lugar con abundante vegetación y lagunas.
Elaborando conceptualmente estos elementos disponemos de material interesante para buscar soluciones. Por un lado, crear un edificio que actúe como un paréntesis en el paisaje natural, con la complicidad del espacio despojado del entorno con el cual interactúa. El edificio, como se ha dicho, queda flanqueado lateralmente por la contundente presencia de dos muros de roca ciclópea que alojan tierra en sus cavidades para que el transcurrir del tiempo se cuide de naturalizarlos con vegetación autóctona, a la manera de las formaciones rocosas de los riscos cercanos.
Por otro lado, propiciando procesos biológicos lentos, se irá incorporando la naturaleza sin reproducirla pero integrándola literalmente sobre algunos elementos de la construcción. A tal efecto, el agua de lluvia de la cubierta, en lugar de recogerla, se deslizará sobre los muros de hormigón y con el tiempo producirá una colonización de minúsculos organismos, musgos, líquenes o simples manchas…, paisajes naturales vivos. De este modo, se producirá una maduración lenta y se introducirá en el edificio el concepto de efímero en el sentido que sufrirá transformaciones azarosas a causa de la acción de elementos variables como el agua, la vegetación o el sonido del agua cayendo, en forma de cortina, desde la marquesina pequeña que protege la vidriera fija de la planta inferior, sobre las balsas que, a su vez, proporcionan el agua que abastece los inodoros después de un proceso de filtración. Este efecto de deslizamiento del agua desde la cubierta de zinc, bañando el muro de hormigón rústico y saltando hacia las balsas desde la marquesina pequeña, recupera el cauce de agua perdido con la explotación del carbón y también se puede producir, además de con agua de lluvia, con una tubería de riego automático escondida en el remate de zinc de la cubierta.
El edificio se introduce en el interior del subsuelo para minimizar su impacto visual y conseguir una mejor relación con el mural paleontológico, tal como se ha dicho anteriormente. Este hecho, se aprovecha para estimular sensaciones de profundidad bajo el manto superficial del terreno (¿de la tierra?). Esta sensación, se acentúa en el lado donde el terreno natural, con sus variadas capas y colores distintos, penetra en el edificio, bajo el forjado de la planta de acceso, y se puede contemplar circulando por el pasillo que conduce a los lavabos.
Sin duda, el espacio no inmediato que circunda el edificio a cota del terreno original y la superficie modificada por la explotación del carbón, situada fuera del ámbito didáctico del proyecto, se trataran con vegetación buscando un buen entendimiento entre el arbolado básico de la zona, el pino, y la voluntad de lograr la exuberancia del Cretácico superior con la implantación de una vegetación adecuada, que además esté relacionada con el agua de las balsas y el estanque natural. Para ello, se contará con asesoramiento científico a fin de no caer en situaciones pintorescas.
Link al proyecto completo en Estudi Agustí Costa
Proyecto y Dirección:
Agustí Costa, con la arquitecta Carme Casas
Colaboradores
Dirección:
Vicenç Tolosa, arquitecto técnico
Proyecto:
Mireia Besora, arquitecta; Gabi Noguera, arquitecto
Estructura:
Aquilué-Serrat, arquitectos
Fotografía:
Vicenç Tolosa