| Albert López Álvarez
| 2010 | Curso: PFC. ETSALS (Barcelona)
| Profesores: R. Terradas, A. Pla, J. Montero, N. Martí, Kees Van Gorsel
Un edificio de estas características en un entorno como el de Besalú, es una fusión perfecta para encontrar la tranquilidad buscada. Besalú es un pueblo medieval, en pleno Pre-Pirineo, con unos valores naturales y belleza de gran importancia. Es conocido por el Puente Viejo, del Siglo XI, pero esconde elementos a destacar, y son justamente ellos los que han servido como elemento de proyecto, valores de rugosidad de los muros de piedra, los desniveles que forman terrazas delante del río Fluvià, las callejuelas estrechas, sinuosas, el propio río, la luz…
Enfrentadas a Besalú, las termas han de resolver el sitio de manera adecuada, integrándose en un entorno tan significativo como complicado.
El edificio, conceptualmente se liga estrechamente con Besalú, a lo que se enfrenta. Físicamente, además se adapta al acantilado, límite entre el solar i el río Fluvià.
El solar se ubica en la orilla este del río Fluvià, la opuesta al pueblo de Besalú. Tiene una superficie de unos 20.000m² y actualmente es utilizado como aparcamiento y campos de cultivo. Al sur, la vista está limitada por un bosque de encinas que escalan por la montaña, mientras que al este los campos de cultivo de diferentes tonos cromáticos son los vecinos inmediatos del solar. Al norte hay un hotel y al oeste el solar está cortado por un acantilado de entre diez y quince metros de altura, que lo separa del río y el pueblo.
Besalú crece a partir del río, mediante unos muros de piedra que crean terrazas a distintos niveles, ascendiendo por el territorio desde donde el pueblo domina gran parte de las tierras del entorno. Estas terrazas miran al río, estableciendo una relación directa entre la trama urbana i éste. Las calles se convierten en plazas-mirador hacia el río, existiendo plazas de uso exclusivamente privado.
El pueblo dispone de una estructura típica de la época medieval. En todo su ámbito hay numerosos patios privados, así como plazas que aparecen de repente por el ensanchamiento de las calles estrechas y tortuosas, llenas de retranqueos formados por el crecimiento, a primera vista desordenado, pero que responde perfectamente a la topografía.
A pesar de la forma de crecimiento propio de la época medieval, donde las calles se transforman casi en laberintos, se observa que éstos tienen una linealidad y direccionalidad marcada, siguiendo en algunos casos la topografía o la unión de diferentes edificios emblemáticos, así como alineándose al río.
El solar se encuentra en un sitio privilegiado, es un espectador único del pueblo con unas vistas hacia él inmejorables. A la vez que privilegiadas, las termas han de ser respetuosas con el sitio, ya que de la misma manera el pueblo tendrá como vistas la nueva edificación.
Es un entorno donde lo verdaderamente significativo es el pueblo medieval, como ha crecido desde el río y como se configura urbanísticamente.
No hay nada más inspirador en el solar que Besalú en sí, el Fluvià y el acantilado que limita el solar.
Se han cogido los valores del pueblo (calles, retranqueos, terrazas, niveles diferentes, muros de piedra, crujías, patios, circulaciones) como elementos de proyecto, se han reinterpretado y se han transportado al otro lado del río. Con estas premisas lo que se ha hecho no es copiar lo que es el pueblo (cosa imposible), sino mirar que hay y abstraer y sintetizar las ideas que forman la esencia del pueblo y utilizarlas como herramientas de proyecto.
Las termas se orientan mirando al pueblo medieval, buscando las visuales hacia éste. El volumen se deforma para dar respuesta al sitio, siempre teniendo en cuenta el programa, los recorridos, los espacios interiores, la luz, y Besalú, ya que Besalú es el referente del proyecto.