Fuente: Carlos Bauzá
MALPAÍS
génesis
Ante la oportunidad de proponer un espacio emblemático de la sostenibilidad insular, de uso principalmente museístico y en un enclave tan singular como es la ciudad de Arrecife, en pleno paseo marítimo de la capital lanzaroteña nos planteamos un extenso estudio previo del que empaparse de la poética de los psicomateriales presentes en la isla para que éstos nutran la génesis de la pieza y la ayuden a respirar. Respirar y leer la atmósfera que emana de la isla más allá incluso de la figura de César Manrique, patrimonio histórico artístico de Lanzarote. La riqueza natural proviene de un proceso más antiguo y más lento pero claramente imparable.
La identidad en lo paradigmático de Lanzarote puede ser percibida enfrentándose al silencio del malpaís, o campo de lavas compactadas de origen reciente. Es allí donde uno se permite dialogar y aprehender de la geología primitiva y profunda del sentido original del alma de la isla.
Es por eso que el reto de concebir un edificio que albergue una sede para la interpretación y difusión de los conocimientos acerca de la biosfera no puede traducirse en un mero alarde matérico ajeno, sino debe partir y hacer notoria una ligazón tan íntima que lo haga indivisible del lugar en que toma forma.
Así pues se ha ideado una formación basada a imagen del lugar en lo primitivo e inerte, pero depositaria y partícipe de las condiciones para albergar vida. Ése es el sentimiento último que recubre como un aura todo el proyecto.
el entorno urbano: haciendo ciudad
Después de analizar la situación del entorno de la ciudad en general y del área de influencia directa del concurso en particular, reconocemos el “grano menudo” urbano y las trazas históricas que conforman la ciudad en este punto. Cuenta con referentes que dotan de identidad a la zona.
Una de las decisiones más relevantes del proyecto consiste en la generación de un espacio público nuevo para la ciudad que libera prácticamente la totalidad de la planta baja, en un resultado de plaza cubierta pero bañada toda ella en luz en distintos puntos: la luz se introduce en la nueva plaza como por escorrentía desde los patios superiores. De este modo, por liberación y por esa caída de luz se introduce el espacio-calle en nuestro edificio, continuando el entorno de la Calle Inspector Luis Martín.
Junto al estudio cuidado de las visuales, nos valemos del reclamo del Castillo de San Gabriel para crear un efecto llamada asimilable a un recorrido de travelling cinematográfico hacia esa gran abertura.
el edificio: mineralización y meteorización
Es un hecho palpable que todo el museo funciona como un espacio público continuo en vertical, del que la plaza es pieza angular al uniformar y servir de charnela entre el carácter público de las piezas superiores y el carácter predominantemente privado de las piezas inferiores.
La conformación del edificio responde a criterios tanto funcionales como formales. La asimilación a una formación mineral queda patente en la macla limpia de los distintos volúmenes. No se trata de un edificio contenedor, sino de una agregación natural. No podemos hablar de fachada convencional ya que el alzado se compone solo, es el conjunto quien creó el alzado, por sí mismo.
Dichos volúmenes o cajas parecen extraídos del terreno, de manera que algunos de ellos se presentan con un aspecto formal más meteorizado, coincidiendo con su carácter público, mientras que otros parecen haberse quedado a medio extraer del suelo, siendo éstos de carácter privado o restringido, recónditos en su posición no emergida.
espacio dentro y entre cajas
Las piezas permiten crear ámbitos espaciales variados. El tránsito entre ellos nunca se da de manera directa, si no gradual. Las variaciones de las componentes como altura y profundidad de los espacios se aderezan con un cuidado tratamiento de la luz interior, de los olores que nos acerca la brisa marina, que se introduce por los orificios de los paneles prefabricados de fachada y silba a su paso, mezclándose con la languidez del tañido ocasional de las campanas de la parroquia de San Ginés Obispo. Las especies vegetales presentes viven de la luz filtrada, y del aire y de la tierra de los patios, y nos brindan su paleta cromática e, incluso, su perfume: el conjunto adquiere brillo.
Queremos remarcar la clara diferenciación por la que conviven de un lado la institución privada y de otro el nuevo foco público de divulgación, exposición y pedagogía.
Paneles de concurso