El proyecto se alimenta de los condicionantes impuestos por la parcela en la que se asienta. Las grandes medianeras delimitan su envolvente que aprovecha los patios existentes volcados a la parcela para dar luz y dinamismo a la edificación. Desde esta línea que resigue el perímetro del solar cae la piel del edificio dando luz a su corrala interior. La cubierta, el lugar más iluminado de la edificación, desaparece cediéndosela a sus viviendas en forma de fachada inclinada. Desde la guardería, los niños observan un mundo de fantasía, formas y gente.
A medida que el edificio va subiendo, la forma regular va desfragmentándose adaptándose a las condiciones del entorno. La búsqueda del asoleo hace que el edificio se incline buscando la mayor cantidad de luz en todas las viviendas y la guardería. El concepto de vivir mirando al cielo y la luz ha hecho de la cubierta la “quinta fachada” del edificio. Las edificaciones vecinas que miraban hacia el antiguo patio de la guardería han sido interpretadas como parte del proyecto, haciendo del espacio central también el patio de la manzana y proporcionando diversidad y vida a la corrala.