por Cristina Gonzalo Nogués. Zurich
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© Portus ehf, Olafur Eliasson, and Henning Larsen Architects Actualmente las obras de arte contemporáneas por las cuales siento mayor fascinación son las esculturas de Anish Kapoor, Olafur Eliasson y James Turrell, que como ya apuntó Jordi en otro post, se encuentran a medio camino entre la escultura y la arquitectura y contienen una gran carga fenomenológica.
Desde que descubrí a Eliasson con su sol apocalíptico en la Tate o a Kapoor en Milán con sus espejos caleidoscópicos, me he preguntado cómo deberían interpretarse estas sensaciones en el campo de la arquitectura. En mi opinión algunas de las instalaciones podrían tratarse propiamente de espacios arquitectónicos efímeros, como por ejemplo Leviathan en el Grand Palais o las instalaciones con luz de Turrell.
Recientemente he visto publicadas en Baunetz, dos entradas en las que tanto Eliasson como Kapoor han colaborado de nuevo con arquitectos. Eliasson lo ha hecho junto a Hening Larsen para la fachada e interiores de la sala de conciertos y centro de convenciones Harpa en Reykjavik. Kapoor, por otro lado, junto a Arata Isozaki para The Ark Nova Project, una sala de conciertos hinchable y transportable para llevar la música a las regiones devastadas por el terremoto del 11 de marzo en Japón. En el caso del proyecto de Reykjavik es difícil de juzgar sólo a través de las imágenes. En 2007 quedé un poco decepcionada al visitar la Serpentine Gallery de Eliasson junto a Kjetil Thorsen, sin embargo los reflejos y las sombras en el interior de la sala de conciertos me parecen esta vez mucho más sugerentes. Esta colaboración parece con finalidades meramente decorativas y al ver al hombre en la foto limpiando cada una de la piezas, uno no puede dejar de preguntarse si todo este esfuerzo era realmente necesario.
En cambio, la propuesta de sala de conciertos de Kapoor e Isozaki me parece mucho más razonable al saber trascender el arte y llegar a conjugarlo con la arquitectura. Como ya ha hecho en otras ocasiones, la forma va ligada al tema de la acústica, el material utilizado responde a la necesidad de ser desmontable y transportable. Sin duda alguna, si unimos la atmósfera de Leviathan junto a un concierto de música, el resultado puede ser sublime y cumplir el propósito para el cual ha sido creado.
Con estos dos ejemplos me planteo si las instalaciones y esculturas de estos artistas deberían quedarse en el marco del arte para seguir siendo totalmente aceptadas por el público, o si al incorporarse a la arquitectura, pierden su valor artístico cuando se trata simplemente de ornamento.
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