Artículo publicado en LA VANGUARDIA del sábado 7 de mayo de 2011
Tras ocho años de obras, Oviedo dispone ya de un macroedificio de Santiago Calatrava. De hecho, lo completa estos días, con la inauguración de sus dos últimas piezas: el hotel y del Palacio de Congresos (con la reunión anual de la Sociedad Española de Periodoncia). Esta enorme obra de Calatrava ocupa – desborda, incluso-el solar donde se levantaba el estadio Carlos Tartiere (y otros colindantes, con un total de 24.000 metros). La componen el mencionado Palacio de Congresos (con aforo para 2.150 personas) y un edificio flotante que lo abraza, en forma de U, apoyado en tres estructuras triangulares. El conjunto, que es metálico, orgánico y blanco, resulta sobrecogedor. Algunos ciudadanos lo apodan el centollu.Si no supiéramos que se trata de un Calatrava – los Calatrava son así-,pensaríamos que a Oviedo le ha ocurrido algo malo; que los extraterrestres han posado allí su nave insignia y van a desembarcar con aviesas intenciones, como en el Mars attacks! de Tim Burton.
El espacio interior del Palacio de Congresos, con su costillar de arcos acristalado, causa impresión. Se complementa con salas para reuniones de menor formato y con un gran atrio, también acristalado, apto para pequeñas ferias. En la fachada, Calatrava ha colocado una visera que iba a ser móvil y será paralítica porque se acabó el dinero: una ciclópea, caprichosa y muy costosa pestaña de lamas metálicas. Bajo el Palacio hay tres plantas de centro comercial y tres para coches.
Las formas curvas, siempre más amables, tienen su contrapunto en el edificio en angulosa U que arropa al Palacio. Su cuerpo central está ocupado por un hotel de 150 habitaciones. Los dos cuerpos restantes acogen las sedes de las consejerías de Cultura y de Sanidad. Su condición flotante debería aportar ligereza al conjunto. Pero no lo logra: los extremos afilados, cortantes, no ayudan.
Los edificios de Calatrava no suelen distinguirse por su contención y necesitan espacio para respirar. El auditorio de Tenerife o el aeropuerto de Sondica, por ejemplo, disponen de ese espacio. En Oviedo no lo hay. Esta obra está brutalmente fuera de escala y es indiferente a los edificios que lo rodean: un disturbio formal. Vista de lejos, supone una colosal adenda a Oviedo. En su entorno, cuesta imaginar algo más desmesurado. Salvo su coste, que supera con creces los 300 millones de euros. ¿Cuántos congresos de periodoncia habrá que organizar para rentabilizar esta inversión?
aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhh
23:58
Vaig estar l'any passat i és increïble, costa de creure com li deixen fer aquestes coses. No aporten res a la ciutat, l'interior està mal resolt, les solucions formals no resolen res....
és una altra 'falla' en tota regla