por Jordi Badia
A través de Jaume Prat he conocido a Lucien Kroll nacido en 1927 y totalmente desconocido para mí. Éste arquitecto invita a participar activamente a los futuros usuarios de sus proyectos, de manera que éstos cambian constantemente. Esta estrategia muchas veces implica un caos organizativo otorgando al edificio una imagen muy sugerente y variada donde aparecen volúmenes y texturas inesperadas.Unos de sus proyectos más conocidos son las casas para estudiantes Wolluvé St. Lambert, cerca de Bruselas, 1974-1976 o la intervención en una colonia «sin espíritu» de los años 60 en la ciudad francesa de AlenÇon (1982). En ambos proyectos, los deseos de los usuarios (y futuros usuarios) permitieron la transformación de unas rígidas construcciones en composiciones vivas mediante diferentes anexos (o parásitos), escaleras que flotan en fachada y comunican las nuevas habitaciones, nuevos materiales metálicos que contrastan con el cerramiento cerámico, huecos de diferentes dimensiones que rompen el orden preestablecido, etc. El objetivo de estas estrategias era el de crear composiciones más interesantes a la vez que mejoraba la calidad de habitabilidad ampliando las viviendas y áticos y habitando las cubiertas.